domingo, 4 de junio de 2023

LOS HEROES TAMBIEN USAN BOTINES DE TACON




Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Por algún motivo, todos cohibíamos nuestra capacidad para comunicarnos oralmente; nuestras conversaciones eran casi exclusivamente a través del contacto visual. Eran escasas las veces en que recurríamos a algunos ademanes, y unos que otros breves sonidos vocales. Sí estábamos dotados del habla, pero por extrañas y desconocidas razones preferíamos obviarla casi siempre.   Otra particularidad común en el grupo era el recuerdo que todos teníamos acerca del fuego, y de la falta que nos hacía, mas, desde que despertamos en este mundo jamás lo habíamos visto, no lo conocíamos… Aun así, teníamos grabado en nuestras mentes que podía dar luz y calor; y lo asociábamos al astro brillante que alumbraba nuestros días.

Quienes nos trajeron tuvieron la precaución de depositarnos en este lugar rodeado por estos cerros que nos protegen de los fríos vientos que vienen del sur. Y a la salida de este albergue natural en círculo, tenemos al río que nos provee de agua y peces.

Antes de nuestra llegada, este lugar lo debieron habitar otros, pues cuando despertamos aquí, hallamos casuchas en ruinas y desechos que de a pocos y paulatinamente fuimos usando para reconstruir y acondicionarnos refugios.

Al comienzo dormíamos a la intemperie, acurrucándonos unos a otros…Temíamos despertar, y ya no estar aquí. Pero poco a poco fuimos intimando entre hombres y mujeres, y entonces fuimos ocupando las casuchas para ocultar nuestra intimidad y también para forjarnos algo de independencia con respecto del grupo. “Es intrínseco a los de nuestra especie guardar, preservar y ocultar aspectos de nuestras vidas como secretos inviolables ante los demás”.

Una tarde muy soleada le vimos bajar desde la cima de los cerros. Sus pasos creaban una estela de polvo que iba marcando su ruta de llegada.

Mas el forastero no llegó hasta nosotros. Se quedó en una ladera a unos treinta metros por encima del nivel del suelo que ocupábamos. Todo el día fue el centro de nuestra atención. Con curiosidad veíamos como iba de aquí para allá recolectando y apilando rocas con las que iba dando forma a lo que sería su refugio.

Al caer la noche, cuando todos nos disponíamos a dormir, escuchamos su voz estentórea retumbando desde la ladera, entre la oscuridad:

-¡Damas y Caballeros! ¡Pongan atención, pues voy a presentarles Mi Delirante Circo De las Lágrimas Eternas…!

Y luego una gran llamarada rompió la negrura de la noche haciendo dramáticamente visible la figura del recién llegado. Su cuerpo desnudo reflejaba los brillos rojizos de la llamarada…Debía estar untado en alguna sustancia oleaginosa.

Enmarcado en esa escenografía, empezó a hacer cabriolas y dar volatines. Por momentos bajaba la intensidad de sus movimientos y canturreaba melodías que más parecían lamentos, los cuales iba acompañando con grotescos remedos de danza y expresión corporal. Finalmente dio un volatín hacia atrás y cayó de rodillas. En esa posición, como si estuviera orando una plegaria, se mantuvo hasta que se consumió la llamarada y dejamos de verlo.

Al amanecer, el extraño nos sorprendió; estaba entre nosotros, subido sobre un banquito, esgrimiendo unas tijeras, y enfundado en un desvencijado guardapolvo que alguna vez debió ser de color blanco.

-Buen día a todos…A ver ¿Quién desea que le haga un buen corte de cabello? Si no tienen nada para darme a cambio, no importa…algún día tendrán algo para compartir.–

…Y empezó su faena de esquilar a uno y a otro. Uno por uno iba sentándolos en el banquito haciéndoles una pregunta que se hizo de rigor: -¿Deseas con canción o con cuento?- Según lo que escogía el usuario de turno, el extraño se lanzaba a cantar o a contar alguna historia, mientras se daba a cortar melenas con las tijeras.

Él era tan especial, que rápidamente fue calando entre nosotros. Nunca nos dijo su nombre, por lo que alguien al referirse a él rompió nuestro mutismo auto impuesto, y le estampó el mote de “Telemúsica”, y con ese apodo se quedó.

Entre las historias que narraba mientras iba esquilando pelambreras, hubo una muy peculiar:

En ella, la protagonista era una bella jovencita con la que se topó una tarde, mientras ella deambulaba desnuda por la solitaria playa que él frecuentaba en busca de inspiración. Apenas la vio, lo primero que se le ocurrió fue que algo muy malo debía haberle ocurrido, y se apresuró en despojarse de su camisa y corrió a su encuentro, con intenciones de cubrirla, mas, cuando estuvo frente a ella, esta le recibió indicándole con señas que no lo hiciera.

-Vine hasta aquí para hacer el amor contigo, para darte placer e inspiración…Y para ello no necesito estar cubierta-´

Ella traía en su mano derecha un jarrito de cerámica…en su piel la provocación, y en su mirada muchos misterios…Pero la situación no daba cabida a preguntas ni averiguaciones.

Hasta el siguiente amanecer, sólo hubo sonrisas, jadeos, pasión y desenfreno.

-Sé que a ambos nos va a doler esto, pero debo partir de retorno a mi plano, y tú debes retomar tu misión-

Mientras pronunciaba esta sentencia, la bella joven reacomodó su cabellera con ambas manos…

-Resulta desolador perder algo sublime que tuvimos entre manos, pero la vida es así de cruel, mas te dejaré un vivo recuerdo del fuego que compartimos. –

Dicho esto, la joven separó sus muslos e introdujo sus dedos en sus entrañas, y de allí sacó un puñado de brasas incandescentes.

-Conserva este fuego encendido, y siempre estaré para ti acompañándote en tu misión. -

Dicho esto, se fue así como vino…como un sueño.

Dueño casi exclusivo de la locuacidad, simpático y encantador desde su melancólica personalidad, Telemúsica se había parte entrañable de nuestra comunidad.

Mientras nos alegraba con ocurrencias y nos entretenía con sus historias a veces narradas como cuentos y otras veces como canciones, a menudo se auto interrumpía para decirnos: -Mi deseo es que cuando muera, me incineren con el fuego que traje, y arrojen mis cenizas al río.

Aquella mañana no hubo cuentos ni canciones que rompieran el silencio de nuestra aldea. Por alguna desconocida razón, Telemúsica había fallecido.

Todos, sin excepción, acongojados, tristes y desconsolados nos afanamos en cumplir su póstumo deseo. Encendimos una gran pira e incineramos su cuerpo. Depositamos sus cenizas en un cacharro de arcilla, y en silenciosa procesión llevamos sus restos hacia la salida del refugio natural que nos brindaba el semicírculo de cerros. Una vez afuera, enrumbamos hacia el río…Los vientos  allí soplaban con más fuerza que de costumbre, como si la naturaleza también estuviera dolida por la partida de Telemúsica.

Yo fui el encargado de arrojar las cenizas al río. Tome el impulso para que estas llegaran lo más lejos posible, pero cuando realice el envión, los vientos, extrañamente soplaron en sentido contrario y trajeron las cenizas hacia nosotros impregnándolas en nuestros rostros e introduciéndolas por nuestras bocas y nuestras fosas nasales. Literalmente todos tragamos las cenizas de Telemúsica. Desconcertados, todos nos mirábamos a los ojos, y tuvimos la imperiosa necesidad de expresarnos verbalmente…de decir algo. Entonces descubrimos que si abríamos nuestras bocas expelíamos cucarachas que pugnaban por salir desde nuestras entrañas.

Nuestro retorno fue fantasmal. En un mutismo ahora obligado. Todos cubriendo nuestras bocas con ambas manos para evitar la repulsiva salida de los asquerosos insectos.

Al llegar a nuestra estancia, ya el día sucumbía ante las penumbras que anunciaban el reinado de la noche. A la intemperie nos acurrucamos unos a otros hasta que nos venció el sueño, y con él viajamos a otros lugares, a otros mundos, y a otras realidades.

Nuestro despertar fue en medio de un gran murmullo. Todos soliloquiábamos sobre los diversos sueños que habíamos tenido. Así fuimos desperezándonos y poniéndonos de pie… Así uno a uno, sin dejar de hablar nos encaminamos hacia la salida de aquel lugar que hasta entonces había sido nuestro cobijo.

Cada uno se fue por diversos rumbos, pero todos llevábamos un sin número de historias que contar. Todos íbamos con ese “Fuego Sagrado” dentro…





(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


CANDIL DE MADRUGADA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Estoy extasiado con los largos rizos desordenados que en su caída van interrumpiendo las líneas de tu rostro, que también parece ser el mío… o quizás el de mi madre ¡Sí! Me siento desdoblado. Es como estar aquí, en mí, y también en ti.

“Le inventamos esto para paliar su soledad y locura, y el muy orate fabricó un mundo lleno de estrellitas para albergar a su pececito rosado”.

Se me hace irresistible tu desnudez. Tus senos de madre, la generosidad de tus caderas de hembra; mas es imperiosa la fijación que me lleva a tu ombligo. Lo miro, lo observo, lo deseo; quiero besarlo y lamerlo… Mi intuición me dice que estoy ante el portal a tu esencia toda, y también a la esencia mía.

“No tiene remedio. Nació sensible, y la sensibilidad es toxica; invade cuerpo y alma.”.

Mi lengua se ha llenado de su piel, al igual que estas manos, que parecían haber olvidado lo que es acariciar. He saboreado de tu aroma a celo y he viajado por tus entrañas hasta palpar el origen de nuestros placeres primigenios ¡Soy tú y eres yo!

“Dejémoslo que vague y divague. Lo necesitamos como mensajero, y esto que acaba de probar le ayudará a cargar la roca que sobre sus hombros hemos puesto”

Dame de tu medicina, mujer. Tengo hambre, soledad y frio. Necesito cobijarme entre tus pechos de flor para beber el rocío que atesoras entre esos pétalos de miel. Eso enjuagará mi alma de residuos demoniacos, y a mi cuerpo devolverá la fe…

“Si abriéramos su cráneo, extrajéramos lo que allí se contiene y lo licuáramos, obtendríamos tinta para escribir fantasías”.






(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


domingo, 28 de mayo de 2023

DELICIOSAMENTE NOCIVO





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



¿Qué puede ofrecer el gran farsante que dice volar, si a duras penas camina dando tumbos?

¿Qué puede dar un falso prestidigitador que extravió su habilidad manual para juguetear con la baraja?

¿Qué podría brindar un guerrero sin armas, y que siempre huye, sin siquiera saber de qué?

… ¡Nada!

El farsante no nos sirve. Es inútil.

… Aunque no logre engañarnos, él es una mentira latente.

¡No es ángel, ni mago, ni valiente luchador!

… ¡Es sólo un orate, un soñador alucinado con alma de niño y el pellejo arrugado!




(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


PASOS ATRAS




Ilustración y poema de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



¡NO QUIERO VEEEEER!

Sopla el viento, necio es su poder.

Esferas de cristales, fluyen en tropel.

Si matan al talento, no quiero ver.

Si matan al talento, caerá el corcel.

El Rey es ciego y de cerdos su ley.

No sé a quién orar ¿Por qué lo voy a hacer?

Si matan al talento, no quiero ver.

Si matan al talento, caerá el corcel.

Mis alas han volado donde se muere la luz.

Lascivas mariposas, han hurtado el mar azul.

No quiero ver caer al corcel

vociferando:

¡EXISTOOOOOO!




(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


JUEGO DE LOS INTENTOS




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



La interminable carretera se internaba en la penumbra apenas rasgada por tenues iluminaciones mortecinas de color violáceo. En la lejanía, la negrura se engullía el escueto paisaje. Nunca estuve aquí, sólo recuerdo mi miedo. Todo era desolación, y lo desolado siempre apalea al alma.

Un par de luces, como ojillos de felino nocturno venían de allí dirigiéndose hacia allá. Cuando pasaron delante de mí, vi que eran las luces de un bus narigudo con formas redondeadas. Entonces se encendieron sus luces de salón, lo que me permitió visualizar a tres niños de roca en su interior; no se movían, pero tenían en sus caritas una expresión que era la personificación del pánico; sentí mucha pena por ellos. El vehículo pasó raudo y apenas atiné a cubrirme el rostro con las manos.

Cuando descubrí mi rostro y recuperé la visión, me deslizaba por la carretera a mucha velocidad, valiéndome de unas largas piernas que, por su flexibilidad, parecían ser de caucho. En mi ruta me encontré con una joven que, con apenas la luz de un farolito, escribía sobre la piel del depilado lomo de un cerdito, mientras este comía hojas de papel en blanco.

- ¿Has visto pasar un bus que en su interior lleva a unos niños de piedra con mirada de pánico? - Pregunte.

*-Por aquí jamás pasa nada ni nadie; tampoco estás tú aquí, ni estoy yo, ni esta mi cerdito, ni el farol, ni los papeles en blanco. Todos hemos sido olvidados y los olvidados jamás tienen lugar, en ningún sitio. Si tienes ansias de ser y estar, toma mi mano y rebobinemos nuestro andar.

Y así anduvimos de regreso…





(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


viernes, 19 de mayo de 2023

ANTENAS TRAS FEROMONAS




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



-El tiempo se ausentó desde que decidí enterrarme entre los muros de esta noche; los absorbo y me hundo en ellos una y otra vez… de ellos me nutro. Quizás sea porque compartimos la misma orfandad de luna y estrellas.

**-Te miro…Te observo…Te espío desde la omnisciencia que los orates nos permitimos arrebatar a la realidad para convertirla en sueños.

-Aquí soy la solitaria dueña de las provocaciones y los placeres. Me pierdo entre estas paredes inexistentes, cual lujuriosa estampa que desafía la cordura mientras humedece las ansiedades que se deslizan por mis dedos.

**-Quizás no es cierto que puedo leer tu mente; mas no importa…si yo me auto conferí el poder de inventar tus pensamientos

-La luz que aquí, alguna vez acarició mi piel, la devoré toda. Sólo la oscuridad puede brindarme la complicidad necesaria para mis propósitos que, ante cualquier claridad serían sentenciados como pecaminosos.

**-Desde mi posición de observador, soy tu inefable e intangible compañero, aunque para ti tenga el olor de la inexistencia.

-Ni soy ángel ni soy demonio. Apenas si soy un ente que solaza entre lo humano y lo divino con mi sincera y pura desnudez. Aquí soy libre, autentica, e impredecible. Aquí nada puede detener el vuelo de mi esencia.

**-Te he creado y diseñé este espacio-universo para que retoces en libertad plena mientras te observo para mi deleite…

-Lamento decirte que siempre supe que estabas allí, oteándome con tus encendidos ojillos de depredador ansioso, atento a mis movimientos y provocaciones, mas no quería quebrar este hechizo que a ambos nos da vida.

**-No entiendo. No comprendo ¿Te estás refiriendo a mi como si tú tuvieras el control de este contexto que a mí me pertenece…?

-Si eres el Creador, o eres la Creación, es una nimiedad sin importancia. Sólo dedícate a escribir sobre este oscuro mundo que me esfuerzo por hacer girar para que tú tengas vívido el motivo de tus versos.

**-Está bien… Pero reservaré el último verso para contar, cómo un sueño hizo despertar al soñador entre los muros de esta noche.




(Pieza única. Año 2018. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


GALLETITAS CON ROSTROS ABSURDOS




Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Quizás era la edad, o quizás alguna enfermedad del alma, pero cada vez le era más dificultoso dar el siguiente paso; por ello, apoyándose sobre aquella vara de madera negra que usaba como cayado, solía pasear por aquella esferita que algún Dios burlón le asignó por mundo.

Entre la soledad y lo estrecho de su espacio, era imperante refugiarse entre la fantasía, y para ello el gigante con sonrisa de niño era muy proclive.

Mientras duraba el día y estaba despierto, se inventaba juegos y realidades alternativas en las que se adjudicaba poderes y facultades imaginarias, en complicidad con su alucinante mitomanía.

En esos estados había logrado auto convencerse de que si olvidaba algo, le bastaba con caminar de hacia atrás, de espaldas, hasta llegar al lugar donde ocurrieron los hechos olvidados, y luego re andar y recordar los acontecimientos… Juego estúpido y manipulado, pues siendo él, juez y parte, siempre acertaría en lo recordado.

Una tarde, cuando ya el ocaso empezaba a negrear el cielo, regresando de su rutinario paseo alrededor del aproximado centenar de metros que media la circunferencia de su exclusivo mundito, halló en la vera del camino, en posición de sentada, a una decolorada muñequita de trapo, de carita regordeta, amplia sonrisa dibujada, e hilos de lana azabache fungiendo de cabellos, que caían con mucha gracia sobre su pecho y hombros.

En un mundo dominado por la fantasía, sería más que un sacrilegio exigir explicaciones sobre el porqué o de donde procedía lo que se le presentara. Por ello, sin mediar palabra o interrogante, la cogió con delicadeza entre sus manazas temblorosas; la estrechó contra su pecho y acarició los filamentos de lana azabache que coronaban su cabecita; ello con la ternura y devoción que sólo puede inspirar el tocar a un ángel. Así, con su muñequita pegada al pecho enrumbó hacia el cubículo que le servía de refugio, pletórico de una inusitada euforia.

Apenas atravesado el umbral de acceso a la casucha, el gigante con cara de niño, estiró sus brazos hacia adelante, con la muñequita asida por el tórax; como para verla en toda su plenitud física la puso frente a sí. El temblor descontrolado de sus manotas se reflejó en las piernitas, bracitos y cabecita de la muñequita contagiándoles un movimiento pendular. Entonces el gigante preguntó - ¿Quién eres realmente? ¿A quién perteneces? - Lógicamente, no hubo respuesta alguna…

- ¿Por qué no me respondes? ¿Tienes miedo de mí, o le temes a alguien? Es posible que ni existas, y sólo estés en mi imaginación… O quizás tienes la enfermedad del silencio… si es así, intentaré curarte. La Mandrágora tiene el poder de curarlo todo-

“Cuando un ahorcado despide su última exhalación, al mismo tiempo eyacula. Si su semen cae a tierra, este se introduce en el subsuelo, y centímetros más abajo hace germinar un tubérculo con retorcidas formas que remedan a una pareja de cuerpos humanos en posiciones coitales. Quien sea frotado con esta raíz, la milagrosa Mandrágora, será curado de todos sus males.” 

El gigante se cubrió con una manta para protegerse del frío nocturno y salió de la casucha caminando hacia atrás, de espaldas, en búsqueda de un tiempo y un lugar que él se inventó como escenario donde alguna vez ahorcaron a un villano.

De aquí para allá anduvo en la oscuridad, siempre hacia atrás, de espaldas; hasta que al fin se detuvo diciendo -¡Aquí es!- Y empezó a excavar con sus temblorosas manos, hasta que halló y pudo desenterrar el tubérculo que estaba buscando. Este tenía la forma de una grotesca pareja humana en la posición coital de “El Misionero”. La envolvió entre su manta y emprendió el retorno a casa.

En el interior de la casucha, embargado por una ansiedad desmedida, frotó con la raíz, cada centímetro del cuerpecillo de la muñequita. Luego de su minuciosa tarea volvió a las preguntas: - ¿Quién eres realmente? ¿A quién perteneces? ¿Por qué no me respondes? ¿Tienes miedo de mí, o le temes a alguien? -…Lamentablemente tampoco hubo respuesta alguna…

Tomó a la muñequita con su mano derecha, con la izquierda se sujetó al cayado, y salió a la intemperie, caminando hacia atrás, de espaldas. Así llegó hasta el lugar donde, por la tarde halló a la muñequita. La colocó en la misma posición en que la encontró, y regreso a casa con los ojos llorosos, y con la convicción de no volver a jugar jamás el juego de caminar hacia atrás, de espaldas, en busca de recuerdos.

“Es mejor olvidar para siempre lo que no tiene respuestas a interrogantes tan simples”




(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


miércoles, 10 de mayo de 2023

DELIRIOS PARA KHARONTE




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Corro y corro; no sé si persigo o soy a quien persiguen, no hay chance de averiguarlo, sólo obedezco a mi ansiedad. Quizás huyo del hambre persiguiendo una presa aún invisible, o quizás huyo de un depredador para no ser devorado.

No recuerdo en qué momento empecé a correr. Me encontré conmigo en plena carrera y no quise ni me quiero detener. Aquí a la vista, no hay nada, pero si me detengo… ¿Cómo llegar a algo? Debo seguir, debo seguir. En la oscuridad y entre el murmullo de mi demencia, me ha parecido oír un -“¡Lo hicimos!”- Sin detener por completo mi carrera, volteo hacia el punto de donde debió provenir la voz, hubiese querido hallar a alguien o algo que abrazar; soy un dérmico, y como tal me agrada sentir otros brazos rozando los míos, pero no hay nada ni nadie.

Debo seguir corriendo… o me quedaré eternamente en esta nada.




(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


COLORES VINO Y MIEL PARA MIS CIELOS





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Déjame contarte una estúpida historia de amor, tan tonta como llorar por lo que se amó y se perdió por no saberlo cuidar:

“Estaba el aprendiz de humano, tendido sobre la losa fría, tiritando; más su hipotermia era del alma. La posición fetal adoptada era una vana forma de buscar auto entibiarse. El dedo pulgar en la boca, era síntoma del ansia de conexión con su origen.

Un ángel llegó provisto de falsas sonrisas y un farolito para supuestamente guiar sus pasos, mas su afán solo era alejarlo de afectos y atenciones ajenas. Para ello marcó territorio orinando a su rededor. Seguidamente, con sus nudillos dio tres toquecitos en la sien del aprendiz de humano:

-Hola

¿Hay alguien ahí?

¿Puedes oírme…?

Sé que te sientes mal, pero yo puedo aliviar tu dolor y conseguir que tus piernas troten otra vez-

El aprendiz de humano continúa recostado en posición fetal, sobre la losa fría, chupándose el dedo. El ángel partió con sus falsas sonrisas y su farolito, dejando sólo el olor de sus orines que aún se afanan en alejar los afectos y atenciones ajenas.





(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


lunes, 24 de abril de 2023

LUZ DE AURA





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



- ¡Él sólo es portador del mensaje que se le encomendó entregar!

Porque no entienden su verso; porque habla en una lengua extraña; porque en su frente lleva el estigma de los diferentes ¿Creen que merece que le tapien la boca con piedras y lodo?

Bajé de la casa del árbol y vine por él. No permitiré que toquen ni sellen sus labios, y quien ose lastimar sus sueños, sabrá que también aprendí a morder…

Fue entonces, que la gitana pronunció ante el viento:

**-No importa quién abrió los sellos de tus puertas; no interesa cuántos alados traspasaron ese umbral; está en ti apagar con un soplo el Sol, y en complicidad con la luz de la Luna, velar sus fantasías mientras él acaricia tus cabellos, mientras él se deleita con tu piel, “Ángel del después”.



(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


A VUELTA DE PÁGINA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



-No he caído ángel mío, sólo he tropezado. No estoy abatido, sólo estoy dubitativo.

Déjame soñar un instante con la nieve que, confundida con la palidez de tus manos, acercas a mi boca para humedecer mis resecos labios.

Déjame soñar un instante con tu canto, danzando, rodeada de nuestros cinco vástagos celestes, mientras hago sonreír la guitarra para ti.

**-¿Acaso caíste, lobo mensajero?

-No he caído ángel mío, sólo estoy tomando impulso. No estoy abatido, sólo me detuve a pensar en ti.

Déjame soñar un instante con la construcción de la alta torre que ladrillo tras ladrillo, nos prometimos edificar tomados de la mano.

Déjame soñar un instante con esa gran batalla que empezamos a librar y que nos prometimos vencer como una sola piel.

**-¿Acaso caíste, lobo mensajero?

-¡Noooooooooooooo! ¡No he caído! ¡No he caído!

**-¿Y por qué corres en sueños hacia donde lo tuyo no sirve? ¿Por qué te resistes a ser olvidado?

-Por favor…No he caído…No he caído…

**-¡Entonces deja de gimotear y ponte de pie! Quiero escucharte aullar sin desafinar ¿O es que la oscuridad con sus demonios ha regresado para atemorizarte nuevamente?

-¡No he caído! ¡No he caído!

**-Entonces date cuenta que sólo deliras; aquí no hay ningún ángel, mi soplo se llevó tu ilusión hacia otras heridas.

-Pues cantaré para ti, Pavor, y lo haré sin desafinar…

¡No he caído! ¡No he caído!

Déjame soñar un instante con mi próximo viaje. Si vuelvo abrazaré a mis amigos. Si no hay retorno, abrazaré mi paz…al fin…

**-Quien prometió aguardar tu llegada al final del túnel, jamás fue ángel. Tú le forzaste a usar alas, más ¿Viste? Nunca pudo despegar del suelo.

¡Camina hacia adelante, mensajero! El perro es el único animal que regresa a tragar su vomito… ¡Tú eres lobo! Te corresponde tragar tiempos y espacios nuevos.


 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


sábado, 15 de abril de 2023

VICTIMARIO Y LA CARICIA DEL ICOR





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Reptaba, en todo el sentido de la palabra, reptaba. Su esencia totémica estaba apoderándose rápidamente de su integridad humana.

Desde hacía menos de un siglo, habíase sentado sobre aquel sofisticado sillón-sarcófago, con intención de mirar cómo pasaba la vida ante sus ojos. Acaso aprovecharía el ocio para realizar algunos trazos en el aire ¡Sí! ¡Hasta podría dibujarse un terapeuta que escuchara sus teorías sobre los Arcángeles alucinados enviados por los dioses patéticos venidos de allá!

Todo empezó cuando se le antojó comer ese banano que estaba alejado del alcance de su mano, y no reparó en que su pie derecho había decidido morir, independiente del resto de su cuerpo. Fue entonces que tropezó. -La ingravidez de los seres etéreos debe ser así de relajante-, sólo que ellos no estrellan sus omóplatos contra las paredes… tampoco caen como pesados fardos, al piso.

En ese momento su estructura y aspecto variaron dramática y espontáneamente, de humanoide a tortuga panza arriba. No tenía escamas, pero él se sabía muy hábil para pintar filigranas y podría dibujárselas. 

La visión interior era una aterradora espera y se movía en un único rango, monótono e imperativo: Si lograba voltearse, mutaría inevitable a lagarto. 

Cuando logró erguirse, tampoco recuperó totalmente su humanidad.

-¡Maldita pintura mental! Es indeleble; me jodí la piel ¡No debí pintarme esas escamas!

Con pasos tambaleantes logró llegar hasta su cama. Allí, entre sueños y abruptos despertares ansiosos, fue incubando la metamorfosis a su nueva esencia totémica. Olvidó su grácil andar, para tantear la temperatura del suelo con su pecho y vientre desnudos. La fría sangre de sus venas y arterias sólo generaba desaliento y apatía.

La Shamán, elevando el cráneo que servía de cáliz le dijo:

-¡Bebe de tu muerte! Debes morir para renacer libre de escamas…

Bebe, anciano…

Bebe, hombre…

Bebe, niño…

Bebe, feto…

Bebe, idea…

Bebe, sueño…

Bebe, inicio…

Bebe… Be…be…



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)