miércoles, 28 de diciembre de 2022

VERTEDERO DE TIJERAS





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)

 


Has vivido mil vidas, sumergido en el limbo de la cordura, alternando entre vidas y muertes expiatorias, con  el único fin de redimirte de un pecado que allá, muy allá en el tiempo te atreviste a cometer quebrantando un mandato fundamental emitido por los venidos de las estrellas.

¿No me recuerdas, verdad? Te diré quién soy. Esta es mi historia:

*-Madre, hoy no desayunaré; debo salir y tengo prisa…

**-¿A dónde crees que irás así? ¿Acaso ignoras que los días martes las niñas no deben usar el color verde en los cabellos?  ¡Además sabes que no te tengo permitido usar esa túnica amarilla!

*-Algo me dice que alguien que no conozco ni me conoce viene por mí, y no quiero ser impuntual. Debemos encontrarnos en el camino que viene de ningún lugar. Ambos nos reconoceremos, por nuestras sonrisas tristes e indelebles. Viviré una vida con él, y luego vendremos juntos para la cena. Guárdanos unos panes, pues hacer el amor siempre abre el apetito.

La primera vez que nos reconocimos, te hallé sentado sobre la gran roca que te servía para atraer los bostezos previos a tus  sueños delirantes. Estabas empacando en unos tubos la magia que manaba de tus manos, pues no tardarían en llegar las aves que los llevarían y  repartirían entre los espíritus inquietos y alertas.

*-Ya estoy aquí; soy quien has estado esperando sin importar mi nombre. No es necesario que lo sepas ni lo recuerdes; lo que no podrás olvidar son mis ojeras que tienen color de promesa…

***-Llegas a tiempo. Pasé la noche construyendo este refugio que cobijará nuestro “por siempre”, aunque este quizás sólo dure un instante.

*-…Un instante de buen amor se graba por siempre…

De un salto bajaste hacia mí, me cargaste y con delicadeza me depositaste sentada sobre la gran roca.

*-Me vestí con esta túnica amarilla para que tú me despojaras de ella…

Entonces juntamos nuestras pieles y disfrutamos plenamente de lo cóncavo y convexo de nuestros cuerpos. Mientras gozábamos recorriéndonos cada centímetro de nuestra desnudez me topé con los apéndices que emergían de tu espalda, uno en cada omóplato. Quise preguntar, pero preferí el placer antes que disipar interrogantes. Aquella noche caminamos por las paredes y el techo de nuestro refugio, unidos, compenetrados como un solo cuerpo y una sola alma.

El instante eterno que nos prometimos…

Repentinamente todo se quebró cuando llegaron esas luces enceguecedoras en medio de aquellos chirridos ensordecedores. Tú te interpusiste entre ellas y yo escudándome; yo me abracé a ti, pero me fuiste violentamente arrebatado. Las luces resplandecientes se concentraron frente a mí y no pude ver más, sólo escuché tus gritos desgarradores mientras todo el lugar era invadido por ese acre olor a carne chamuscada.  

Cuando empezaron a disiparse mis sentidos pude ver tu cuerpo inmóvil, tendido bocabajo; y en tu espalda, donde antes hubo esos extraños apéndices, aún humeaban dos círculos negros, como marcas de tajos cauterizantes.

Tu cuerpo inanimado, quieto, estaba allí, pero tú te habías ido. Aguardando tu regreso, arrodillada ante lo que de ti quedó, entre mi dolor y el llanto se me fue la vida.

Así empezó esta enviciada espiral de vidas en la que ambos caímos, viéndonos envueltos en constantes encuentros, el reconocernos y luego los desencuentros. Esa fue tu condena por abandonar la caminata que regían los venidos de las estrellas, y por regar tu semilla en mis entrañas. Te seguí en cada una de tus mil vidas; en cada una de ellas morí de tristeza por tu amor perdido, o de vejez aguardando tu retorno. Fui Eva, fui Magdalena, fui oso de peluche; fui niña, mujer y hembra. Aparecí en tus mil vidas con mil nombres y mil rostros diferentes; en algunas, hasta con mi ausencia estuve presente, pues fui la inspiración para tu andar…Siempre intentando entender el porqué de nuestra repetitiva frustración; queriendo descifrar quien eras, pero sobre todo ello, amándote.

En cada una de tus correrías, entre tus mil vidas; en casi todas fui tu compañera, en otras fui testigo en primera fila de las batallas que debiste librar.

Por si decides escribir esta historia delirante que juntos vivimos. No importa si nadie cree lo que narres… Al fin y al cabo, es posible que todo esto jamás haya ocurrido…Quizás esas mil vidas las inventaste tú.  



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




 


martes, 20 de diciembre de 2022

ANUNCIACION DEL NACIMIENTO DE LA TORRE






Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)

 




El arquitecto alado descendió desdoblado, unísono y paralelo, hacia los dos lados de la gran cicatriz. Los cielos aún estaban oscuros y bajo ellos, vientos desordenados continuaban su caótico ir y venir.

Aquí las pruebas no tienen fin. Mucho antes de ser concebido, su carrera hubo empezado. Su alma depresiva continúa montada en aquella gallina gorda que de manera constante da giros sin ningún destino. Mientras, inútilmente la pelambrera del gato intenta abrigar sus helados pies desnudos.

Alexandra la loca lo dijo: “Si dejas que los depredadores huelan tus heridas, pues vendrán a devorarte”… Y hoy, esas bestias se regocijan mordisqueando sus carnes, aunque a él no le importe, pues la mariposa rosada sigue revoloteando entre sus cabellos… ¡Estúpido inmaculado!

- Voy volando hacia ti, depresión mía. Tenemos una cita ineludible con la posteridad.

Luego, el silencio… sólo el silencio… sólo silencio…


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)






jueves, 15 de diciembre de 2022

ALBOROTO ENTRE PÉTALOS DESHOJADOS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)


 




En la vera del camino a Edenlar, se erigía una solitaria y encantadora casita deshabitada, cuya posesión era ambicionada por cuanto caminante pasaba por el lugar.

La casa era pequeña pero espigada. Sus tejados, en tonos amarillos y ámbar, aspiraban a competir con el brillo del Sol. Cada resquicio de sus níveas y tersas paredes eran una tentación al palpo, mas nadie las podía tocar, una energía magnética los rechazaba violentamente. La casa tenía tres puertas visibles, tres puertas ofreciendo acogedora tibieza al visitante escogido, pero este, no llegaba. El tiempo transcurría… y el visitante no llegaba. Muchos peregrinos, procedentes de los cuatro puntos cardinales, llegaban hasta los umbrales trayendo consigo ofrendas, ilusiones y palabras mágicas, pero ninguna de las puertas se abría, nadie pudo saborear la tersura y tibieza de sus paredes.

Aquella mañana de Septiembre, el viento del Noroeste, trajo consigo a un empolvado andante de cabellos alborotados, hasta los portales de la hermosa casita. Sus pasos enérgicos se contradecían con la dulzura de su mirada, profunda y llena de tristeza. Como por encanto, las puertas se abrieron de par en par, en señal de bienvenida… ¡Él era el visitante escogido! Sólo él pudo acariciar las paredes de la casita e ingresar a su antojo, indistintamente, por las tres puertas, llenando con su esencia las entrañas de la hermosa casita que por tanto tiempo permaneció deshabitada.

Esta historia me la contó entre sueños, si mal no recuerdo, un señor de apellido Freud.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




sábado, 10 de diciembre de 2022

AYES DEL CADAVER PERSISTENTE



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)










De los labios de la niña que dormitaba a su lado, fluía una interminable serpentina violeta con la escritura de un nombre diferente.

Si la sombra del escuchar “me quiero ir” le infundía miedo… Ello era nada ante la angustia de un posible “ya no te quiero”.

Lo inminente es tirano al reclamar su instante, y unas lágrimas no pueden desviar su rumbo.

Cuando ella trepó al avioncito de papel y remontó por los cielos, en la oreja derecha llevaba una larva imaginaria que devoraría cualquier recuerdo del Aquí.

¿Cuántas monedas son el precio de un sueño quebrantado?

Revestido de ingenuidad, vulnerable en su soledad, torpe en sus arrebatos, crédulo a los cantares… Cuando perdona, él se perdona a sí mismo.

¿Qué sabes tú de este desdichado que, cuanto más dijeron amarlo, más debió cuidarse de no ser exhibido como momentáneo trofeo?

Dejémosle que deambule creyéndose aún el sonriente conejito marrón que es paseado en su ridículo cochecito chirigota.

 *-¡Mamáaaaaaaaa! ¿Es que vas a soltar mi mano? ¡Tengo frío y aquí todo está oscuro! ¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaa…! ¡No sueltes mi mano! ¡Te lo suplico!

...Claro. Tú no eres mi madre… sólo eres Ella…


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)





viernes, 9 de diciembre de 2022

RODARON LAS IDEAS DEL BAUTISTA


Ilustración y poema de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)








Guardianes descarados

Alardean con su voz.

El rebaño esgrime “haches”

Loas a su redentor.

Las lenguas lamerán,

El soberano eructará.

La diferencia es melodía…

¡Cierren puertas los de atrás!

¡Cierren puertas los de atrás!

 

Son cantos de sirena,

Son mentiras desde afuera.

Sólo huecos al vacío…

¡Cierren puertas los de atrás!

¡Cierren puertas los de atrás!

El pregón es la locura…

¡Cierren puertas los de atrás!

¡Cierren puertas los de atrás! 




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




domingo, 4 de diciembre de 2022

DANZA NIBELUNGA


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)






Aún tengo en mi paladar el sabor áspero de aquel platillo que nunca pudimos preparar, pues los ingredientes quedaban muy distantes, mas, si también es tu deseo, hoy bailaremos desnudos sobre la mesa que ya se cansó de esperar por el mantel largo que sólo serviría para restregar nuestros hociquitos. Quiero ponerme de pie y llevarte en brazos mientras canto a tu oído esa canción en sensual francés, que nos recuerda un futuro. Si desafino u olvido la letra ¿Tú querrás aplaudirme niña mía, o partirás el pastel de cumpleaños sin que hallemos nuestras extraviadas corduras?

Los sueños no tienen manos, y aún así son capaces de acariciar.



 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)