Ni siquiera se distinguía el final que
aguardaba la caída. A ambos lados, sólo un interminable vacío y una garganta
voraz relamiéndose en desquiciante paciencia. Las lianas que sujetaban el
puente colgante, así como los palillos que sujetaban a modo de piso, eran
apenas un referente de un “aquí hacia allá” … Y la tentación de cruzarlo ¿Para
qué? ¿Por qué? …Si no tenía objetivo ni destino visible ¿No era más cómodo
esperar aquí a la patética señora que de todas maneras vendría por la monedita
que llevaba bajo mi lengua?
Me hice anciano, estancado aquí, esperando una razón. Las arrugas decoraron mi rostro mientras......