Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.
(Derechos de autor, protegidos)
Hay ruidos, órdenes, cánticos y poesía
dérmica, de esa que roza lo tangible, que acaricia la piel, mas no cala el alma. Para ello sí hay
largas orejas de asno a disposición. Pero tú, hijo de hombre, no cambiaste tu
pregón. La lucidez de tu fulgor siempre repitió: “No importa si caes. Si
sembraste tu luz; alguien, desde la oscuridad, saltará a ocupar tu lugar a fin
de obtener la luminosidad de tu verbo”- Cuando de ti no quede ni el recuerdo,
tu voz seguirá manando desde otras bocas. Ya eres inmortal, hijo de hombre.
(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)
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