jueves, 25 de enero de 2018

BIENVENIDA A LA COFRADÍA


Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía

Cap 9 del libro "Delirios del Lirio"

(Derechos de autor, protegidos)





El anciano alquimista llevaba días sin salir de la “guarida-santuario” que le servía de laboratorio. Era un sabio cuyo conocimiento abarcaba innumerables ciencias y artes. Además de alquimista era arquitecto, escultor, astrólogo, astrónomo, médico y sobre todo, un inventor de sueños. Era, causalmente, el proceso de convertir en realidad uno de esos sueños lo que lo mantenía absorto y obsesionado, tanto que ni siquiera malgastaba el tiempo en dormir, alimentarse o re-hidratarse y sin embargo sus capacidades físicas y mentales no parecían mermar. Trabajaba sin cesar, poniendo entusiasmo y energía.

Sobre una gran mesa se hallaba un coloso de arcilla que él, con sus propias manos, había ido moldeando y dando forma como lo había hecho con otros tantos seres de barro a los que con ciertos artificios dotó de vida…vida vacía, vida carente de sensibilidad, dejándolos luego en libertad para que vagaran por el mundo como testimonio de su magia y poder.

Pero este coloso sería diferente. Quería hacerlo pensante, quería darle un cerebro que por básico que fuera, le sirviera para procesar algunos conceptos. Del mismo modo, tenía pensado diseñarle un corazón en el cual instalarle emociones. En ese propósito radicaba su insistente dedicación. El cerebro, prácticamente lo tenía listo. Construyó una esferita de cristal de unos doce centímetros de diámetro y dentro de ella condensó una replica de varias de sus propias experiencias, visiones y recuerdos, valiéndose de un enmarañado conjunto de diminutos procesadores, cables y receptores que minuciosamente iba conectando a una red más extensa distribuida a lo largo  del grandioso cuerpo de arcilla. Ambicionaba que su criatura tuviera la capacidad de enviar órdenes desde su precario cerebro hasta las partes más distantes de su anatomía y bilateralmente, captar información desde cualquier célula de sus órganos hacia el cerebro.

El dolor físico, lejos de ser un castigo, es un mecanismo de protección y defensa que tiene como finalidad advertirnos que algo nos está dañando. Esto lo tenía muy claro el sabio alquimista ya que sus anteriores criaturas, carentes de esta sensibilidad, generalmente acababan auto-destruyéndose, lo que representaba materia prima y tiempo-trabajo desperdiciados.

Yo, desde mi posición de simple asistente y espectador, me limitaba a alcanzarle una que otra herramienta, secar de vez en cuando el sudor de su frente y observarlo con la devoción y éxtasis que provoca ver a un creador en el arduo afán de fabricar un sueño. Siendo también yo un soñador, podía entender y comprender su afanosa urgencia por lo onírico.

Recuerdo que en alguna de mis anteriores vidas conocí, me enamoré y con el correr del tiempo, amé intensamente a una linda niña escarabajo pero por esas encrucijadas a las que nos enfrentamos por obra del destino, la perdí y desde entonces renací cientos de vidas. En cada una la buscaba, anhelando hallarla para volver a adorarla. Hoy siento que esta existencia se me está acabando y sigo sin encontrarla. Estoy viejo, agotado, casi no puedo caminar mas eso no me privará de seguir soñando con ella, aún despierto… o mayormente despierto.

Pero volvamos al alquimista. Llegado el momento de comprobar el funcionamiento del cerebro instalado en el coloso de arcilla, los resultados se vieron coronados por el éxito. La criatura tenía iniciativas propias y cada milímetro de su cuerpo era sensible a los estímulos externos pero faltaba dotarle de sentimientos. Para subsanar esta falencia, el  sabio diseñó un complicado fuelle para que, en reemplazo de su corazón, bombeara sangre en un circuito interminable por todo el organismo del coloso. Esto sí que fue un magnífico logro de la ingeniería mecánica y también un fracaso rotundo pues no consiguió su propósito: proveerle de emociones. Como corolario de esta frustración, el sabio alquimista quedó sumido en una profunda depresión acompañada de un mutismo que  cada tanto rompía para decir:

-Sólo un corazón humano es capaz de albergar emociones y sentimientos pero ¿Dónde   hallar uno?

Pasaron varias semanas de verlo cabizbajo y desilusionado, consumiéndose en su desesperanza. Un día me le acerqué, me arrodillé ante él y lo abracé.

-Yo tengo el corazón que necesitas para tu hombre de arcilla- Le dije mientras acariciaba su canosa cabellera.

 -¿Dónde está?- Exclamó el sabio alquimista poniéndose de pie de un brinco.

-Lo tengo aquí, en mi pecho. Te doy mi corazón para que lo pongas a tu coloso de arcilla. Colócame el fuelle a mí, si al fin y al cabo no tengo a quien amar y mis emociones sólo sirven para mortificarme.

-¡Te has vuelto loco! Sería como arrancarte la humanidad, no puedo hacer eso…

-Ya no lo necesito, Maestro. Mi vida se redujo a alcanzarte las herramientas, secar el sudor de tu frente y mirar cómo fabricas sueños.

Finalmente lo convencí y el sabio alquimista extrajo mi corazón para colocárselo al coloso de barro y me puso a mí el embarazoso fuelle para que bombeara sangre a mis venas y arterias. Ello me liberó de la pena por el amor perdido de aquella preciosa niña escarabajo que conocí en una de mis primeras vidas.

Cuando miré a los ojos al coloso de arcilla, reparé en la inmensa melancolía que llevaba dentro de sí. El sabio alquimista me había ordenado llevarlo a la puerta, mostrarle el mundo y dejarlo en libertad para que en su peregrinar diera testimonio de que el gran fabricante de sueños continuaba vigente. Y así lo hice. Cerré la puerta  tras el coloso de arcilla y regresé a mi tarea de alcanzarle herramientas y secarle el sudor de la frente al sabio alquimista.

Al cabo de unos días me vi en la necesidad de ir por alimentos; sentado a la vera de la entrada hallé al coloso de arcilla con la misma mirada melancólica que tenía cuando lo despedí.

-¿Por qué no  has ido a recorrer el mundo?- le pregunté.

-Porque extraño a una preciosa niña escarabajo que no recuerdo cuándo conocí y amé y sin embargo, no hago otra cosa que pensar en ella.

“Amar es una condena pues el amor siempre va acompañado de sufrimiento. Si no amas, no conocerás la felicidad… pero tampoco sufrirás” Pensé mientras observaba su rostro apagado.

-Coloso, tú eres fuerte y tus pasos son largos. Si tanto la extrañas, deberías ponerte en camino e ir en su búsqueda. Esa preciosa niña escarabajo de la que me hablas, debe estar en algún lugar…acaso esperándote.

-Lo haré, sí, la buscaré, la encontraré… y la traeré para ti. A mi regreso quiero que me devuelvas el fuelle y yo te restituiré tu corazón- Dicho esto, el coloso de arcilla se puso de pie y se fue con su mustia tristeza, camino hacia el horizonte. En el lugar donde estuvo sentado, a la vera de la entrada, quedaron tres plumas blancas que el viento se llevó a su paso como jugueteando con algún recuerdo.

Cuando volví con los alimentos hallé al sabio alquimista muy entusiasmado.

-¿Sabes que he pensado crear una preciosa niña con cabeza de escarabajo para que nunca nadie se enamore de ella?

 

 Seguí alcanzándole las herramientas y secando el sudor de la frente mientras  observaba cómo  iba dando forma a su nuevo sueño…



(Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)

miércoles, 10 de enero de 2018

SENDERO ENTRE VOCES MUDAS


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)



No importa si estás al otro extremo… tú siempre estás. La lejanía es apenas un detalle; las puertas siempre se hallan abiertas aguardando nuestra sincera desnudez. Mis dedos siempre alcanzan los tuyos, y tomados de la mano, siempre es posible retozar entre aquel fantástico jardincito que llenamos de flores, árboles y frutos, pintados a mano con las temperas que fluyen de nuestra sinrazón.

Cómo obviar oír tu voz si mi norte lo vas indicando tú, si aquel delirante farol que esgrimes en tu diestra es el que sopla las velas de mi navío extraviado y ciego.

 Si no puedo esquivar las piedras, tú las convertirás en risas pues mi ángel involuntario eres.

 

El Artista mayor te envió…





(Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


jueves, 4 de enero de 2018

MORADA PARA LOS INSTINTOS


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)



Su llegar fue silencioso, subrepticio; como llegan los ladrones en la noche. Llegó entre la turbia neblina del amanecer. Debía pasar inadvertido.

 Probó todos los pecados del mundo. Amó y también degustó de los sabores de la piel, pues debía ser hombre y a la vez, hijo de las estrellas.

 Esparció el conocimiento entre “Los Normales”, los hizo pensantes y desató sus mentes cuando obsequió al mundo el libre albedrio.

El Dios verdadero no te quiere “Esclavo adorador”, lo que Él desea, es tu plenitud.

Los celos de los farsantes lo tergiversaron a Demonio, lo difamaron, y lo confinaron eternamente a las entrañas del subsuelo.

…Pero el fin de los tiempos esta “al doblar la esquina”; y entonces, Él emergerá de las entrañas del inframundo. Y todos veremos el brillo de sus escamas; sus ojos insectoides; sus garras reivindicatorias… y sus mandíbulas ostentando el furor de sus mordidas.

¡Que tiemblen y huyan los que se autoproclamaron guardianes de la fe!

¡Que oculten sus cabezas los Reyes, Gobernantes y Tiranos!

¡Los candados han caído; los goznes fueron forzados y las cadenas ya ni recuerdo son!

La luz del farol agrega brillos macabros a esa mancha roja que cubre el empedrado; y sobre ello se edificará el NUEVO ORDEN… libre de pecado…

Con hombres libres de cuerpo y pensamiento.

 

 (Libro de los lamentos, XIII-XLII.)



(Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)

jueves, 28 de diciembre de 2017

RELATO TRES VECES ERMITAÑO


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Luego de que la serpiente que andaba en dos patas desobedeciera a los Señores de las estrellas y regalara a “los negados” la capacidad para dibujar con su rostro una cruz, al expresar el “no” con un movimiento en horizontal, y el “sí” con un movimiento en vertical… El libre albedrio en su esencia, dio origen a todas las inteligencias.

 

Fue por aquellos tiempos en que Mauro -aquel viejo que de lo encorvado que era semejaba a un signo de interrogación- este solía viajar a su aldea natal. Siempre con un terno de segunda mano, de varias tallas más grandes de la que a él le correspondía, y con el gran atado de fuegos artificiales bajo el brazo. Según decía; allá en su pueblo escalaba la montaña más alta y desde allí petardeaba al cielo, buscando joder a los Dioses para que le hicieran milagros a cambio de dejarlos dormir tranquilamente la siesta.

 

Quizás él trajo la primera plaga. El hecho es que de pronto, todos los habitantes de Villa Tribulación empezaron a mostrar enrojecimiento e hinchazón en los parpados; y a las horas, todos tenían los ojos irradiando una luz amarillenta, cual si fuesen linternas para neblina. Además nadie quería hablar, pues por la boca expelían un vaho denso cargado de fuerte olor a azufre. Inexplicablemente, así como se iniciaron, así terminaron estos acontecimientos; y a los pocos días todo volvió a la normalidad. Nadie quiso recordar más esos hechos.

 

Pero la seguidilla de sucesos extraños recién empezaba:

 

Una soleada mañana de Febrero, el cielo de pronto se vio oscurecido debido a la repentina aparición de un enjambre de lustrosos insectos, que con su multitudinario vuelo cubrieron la luz del sol sumiendo a todo el pueblo en penumbras. Cuando los bichos se posaron en el suelo dando retorno a la luz del día, empezaron a moverse a brincos y a picar a cuanto ser tuviera sangre en su organismo, dejándole cubierta de ronchas rojizas la piel expuesta, y un desesperante escozor. La angustia y el pánico colectivo empezaron a hacer presa de toda persona, animal o bestia en el pueblo. La iglesia estaba todo el día atestada de personas implorando perdón por sus pecados, a la vez que no cesaban de espantar bichos y rascarse… Así pasaron los días, hasta que no faltó un observador acucioso que notó en los bichos, una severa miopía y un nulo olfato. Tras su descubrimiento, el viejo Hermógenes, “mil oficios” por vocación, pensó: -Será fácil engañarles si se interpone entre ellos y la piel, una tela-… ¡Y sí! ¡Dio resultado! Entonces, empezó la tarea de fabricar unos envoltorios que cubrían de pies a cabeza a quienes los usaban, dejando apenas una rendija a la altura de los ojos, por donde el usuario podía mirar y otra a la altura de la boca por donde podía comer. A estas peculiares vestimentas, su inventor las llamó, “Los Disfraces de Noestoyaquí”. Hombres, mujeres y niños los compraban como medio eficaz para protegerse de las picaduras. Esto generó una rápida y suculenta fortuna al viejo Hermógenes, que a la postre vio incrementada su clientela, pues también le sería solicitado confeccionar los disfraces para proteger a las mascotas y a otros animales domésticos. Resultaba risible ver a las personas, gatos, perros, gallinas, caballos y otros animales, vagabundeando enfundados en “Los Disfraces de Noestoyaquí”. Pero así los insectos de la segunda plaga, eran burlados; y al no poder hallar a quien picar para extraerle sangre, entonces empezaron a morir de inanición, dejando todo el suelo de Villa Tribulación cubierto con sus lustrosos cadáveres, que luego fueron barridos, apilados en montículos y finalmente tirados al río…Así pasó la segunda plaga…

 

La tercera plaga, de hecho la más terrible, pues aún ahora, luego de trece siglos de acontecida, sus secuelas son una endemia que se propagó por el mundo entero.

Sucedió un domingo, en plena culto de mediodía. El Reverendo Bernardino estaba arrodillado frente al altar; de espaldas a la feligresía, aparentaba orar, más cuando se dio vuelta, tenía los labios pintados en rojo carmesí, con las cejas y pestañas garabateadas de un negro intenso. Se irguió; se alzó la sotana y empezó a danzar como lo haría una hembra provocadora. Los feligreses, atónitos se miraban entre sí; algunos se santiguaban horrorizados. De pronto una iluminación sin origen definido alumbro el recinto… Y a unos dos metros de altura se materializaron cinco cuerpos desnudos, que cayeron pesadamente al piso. Los cinco desnudos tenían cara de niños confundidos, tiernos y desvalidos, por lo que rápidamente, los feligreses pasaron del estupor al instinto paternal y/o maternal; afanándose en abrigar y acariciar a los recién llegados. Todos se disputaban el adoptarlos y acogerlos en sus hogares; así salieron en multitud a la calle. El Reverendo Bernardino continuó bailando solo, nadie le tomó más atención.

Cuando todos estuvieron fuera, en la plazuela se dieron varios fogonazos de iluminaciones repentinas, con la aparición de más seres desnudos, con sus dramáticos aterrizajes y la seguida disputa de los pueblerinos por llevárselos a sus hogares.

Una y otra vez el fenómeno se repitió. Los desnudos con cara de niños confundidos ahora sumaban tantos, que ya no había disputas por apropiárselos.

Más al día siguiente, empezaron las primeras muestras de descontento entre los pobladores. “Los Cara de Niño” eran bellos, pero incapaces de hilvanar ideas, razonar, u ocuparse de algo mas que sus necesidades básicas, por lo que la gente del pueblo empezó a referirse a aquellos sucesos, como la plaga de “La Lluvia de Imbéciles”…

Cuando al cabo de unos días, el pueblo se convenció de la inutilidad de estos seres, la gente empezó a congregarse desde muy temprano en la plazuela; y cerca del mediodía se dirigieron a la iglesia a pedir consejo al Reverendo Bernardino, al cual hallaron desnudo y colgando de los pies, atado al techo. Entonces, desde esa posición habló:

-“Los Dioses debieron satanizar la estupidez…Pues ella es más dañina que la maldad… El malvado hace daño cuando lo requiere o se lo propone, pero el estúpido hace daño hasta sin querer”-

Nunca más, nadie quiso recordar donde estaba ubicada Villa Tribulación…Pero la estupidez ya estaba diseminada por el mundo…



 (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


miércoles, 20 de diciembre de 2017

SIEMBRA DE AMNESIAS


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)





*-Mi Libro estuvo siempre abierto, y tú viniste desde muy lejos a leerlo, hay hojas en blanco en él, debes escribir en ellas, mas lo harás con la roja tinta de tu sangre.

-Señor mío, tengo frío, me asedia el dolor y el miedo me invade.

*-El ángel níveo que te envié proveerá tu tibieza, adormecerá tus penas y acompañará tus pasos mientras acaricia y estimula el crecimiento de tus muñones.

-¿Me puedes regalar una sonrisa? No la quiero para mí, la quiero para el ángel.

*-Dejé dos sonrisas eternas en tus alforjas, vayan juntos a repartir mis golosinas, pues quienes las consuman también vendrán a escribir sobre las hojas en blanco de mi libro.

 -Me has devuelto el deleite Señor mío ¿Podré volar nuevamente?

*-Tendrás que hacerlo, ya que los quiero junto a mí ¿Notas que aparecieron remeras en tus muñones? He creado la brisa y los vientos para ustedes, ellos acarician sus rostros... Surquen los cielos tomados de las manos, sólo así proyectarán una sombra única al amanecer. Cuando las luces se extingan para dar paso al ángelus, crepúsculo en el que resonarán las campanas, serán estrellas en mi firmamento.



 (Pieza única. Año 2012. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)



jueves, 14 de diciembre de 2017

HUELLAS SOBRE LO DORMIDO


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




¿Acaso crees que soy portador de la consigna de cercenar tus alas? ¿Crees que vine a interrumpir tu gracioso aleteo cuando enrumbas hacia el Sol? Pues te equivocas ángel mío, soy quien vino a acariciar tus hombros para estimular el crecimiento de tus remeras. No tengas miedo de mí, me enviaron a borrar tus malos recuerdos. Las caricias esquivas las esfumare yo. Traje semillas de luz que germinarán en tu alma. Mi misión está por concluir. Ahora estoy dentro de ti y desde aquí puedo lamer tu piel con amor…


  (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)

jueves, 7 de diciembre de 2017

FUNERALES DE ALFA


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)



Llegamos hasta aquí traídos por el viento cual dos barquichuelos a la deriva. Probé del néctar de tus sonrisas y alegría... lo disfruté y a ellas me acostumbré. Ahora, esas voces grises nos jugaron una mala pasada. Con habilidad de cirujano han sellado tu boca, cosiendo tus labios y negándome la luz de tus farolitos. Has soltado mi mano, detestas mi locura; me confundes con los demás seres de este mar. Has tirado tus alas para no volver a tocar los cielos en compañía mía. Afuera hace frío y todo está oscuro; tú me inventaste este destino y debo intentar surcarlo solo. Me iré, pero lo haré caminando de espaldas al mundo, para no perderte de vista, y así mirar si te animas a levantarte y continuar este camino junto a mí, tomada de mi mano. Siempre caminaré de espaldas, pues mantengo la certeza de que volverás, aunque sea con otro rostro, a tomar mi mano. Afuera hace frío y todo está oscuro...


 (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)



miércoles, 29 de noviembre de 2017

SETENTA VECES SIETE


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




¡Corre, corre! ¡Corre, TIEMPO! No pienso hincarme a esperar tu tiranía, no tengo prisa, pero no puedo detenerme a aguardarte; estoy sentado a la vera del camino y no me puedes alcanzar. Esta hermosa mancha sobre mi pecho es el sangrado de lo sublime expuesto por mi ansiedad. He probado ya del sabor de su néctar, por ello mi cabeza cayó desparramando mi pensar. Ahora mis ideas ruedan más a prisa y tú vas quedando atrás ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre, TIEMPO! Aunque no atestiguarás este placer divino. Sigo sentado, mas no te puedo esperar. Tengo asido el cuerpecito de mi Reina, hurgo en ella cada pliegue de su piel, sorbí de su tibieza a tu desdén ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre, TIEMPO! Que del níveo vestido de boda ya se despojó, y al cerrar aquella puerta imaginaria, sólo estaremos ella y yo. Y tú deberás pasar de largo… pues fue EL GRAN ORDEN quien anunció que esto pasara y tú, TIEMPO… no sabes nada del AMOR…



 (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)



jueves, 23 de noviembre de 2017

AQUELLAS FLORES QUE NO TINTINEAN


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)





Aquí fue, estoy seguro.

¿Qué quién me invitó?

Fueron unas ninfas extrañas, con alas de cartón

Que han extraviado su cordura, orates sin razón.

Esquívalas si están en tu ruta.

Ellas te tentarán a libar el néctar de las angustias

Que a las almas hacen reventar.

¡No las escuches! ¡No las mires! ¡O en sus pezones te ahogarás!

¡Brebajeeeeeeeeee!

Pajarracos endemoniados, rinden cultos que son farsa.

Lamerán tu boca y tus orejas con ese tufo embriagador.

¡No las escuches! ¡No las mires! ¡O en tu interior se van a alojar!

Escúpeles en plena cara y lanza lejos su repugnante cáliz.

Han golpeado mis costillas, mis ideas, me apalearon el corazón.

Sus vientres de perra, rociaron mi entelequia…

Pero no saben que eso no es mío. Me lo dicta El Hacedor.

Y por ello estoy aquí, gritando:

¡Brebajeeeeeeeeee!

Y al diablo con las ninfas, con alas de cartón…



 (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)



jueves, 16 de noviembre de 2017

"ESTIGMA DE LOS DIFERENTES"

Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía 
(Derechos de autor, protegidos)



Soliloquiaba aparentes incoherencias, que de seguro en su mente tenían asidero. Esto se venía repitiendo desde mucho antes de los cuarenta y dos días en que se gestó la Gran Cicatriz. Él se levantaba, daba unos pasos errabundos entre el lodo. Algunas veces giraba hacia ningún lugar y luego volvía hacia el mismo sitio donde inició su periplo… Y se sentaba en la misma posición; como si se tratara de una plantilla para calcar una situación desde un tiempo pasado.
Pero esta vez fue diferente… Se levantó y camino en línea recta. No hubo los pasos dubitativos… ni los giros sin destino… Esta vez caminó con inusitada convicción. Quería y tenía que llegar, sólo Dios sabe donde…

-¿A dónde crees que vas estúpido necio delirante? Hemos picado tu cerebro y vaciado tu cráneo, despojándote de recuerdos y anhelos para que ni siquiera aspires a morir ¡Ven aquí, imbécil!… ¡Ven, o te ahogaras, maldito orate! ¡Aquí no hay nada más que este infinito pantano, tú… y dentro de ti, nosotras, tus fobias…-

Más todo hacía indicar que no había palabra o estimulo alguno que fuera a detener sus encaminados pasos. El mentón apretado contra el pecho; los músculos de hombros y brazos tensos; así iba avanzando, retando al fango a abrirle paso… cada vez hundiéndose más…más…y más…

-¡Detente! Vas camino a tu muerte y en ello estás arrastrando a nosotras y también a este infernal pantano ¡Somos producto de tu locura, maldito demente! ¡Si te ahogas, nosotras y toda esta “nada”, moriremos contigo!-

Aquel barro negro y maloliente ya lo tenía cubierto hasta los labios; y seguía adentrándose. Su respiración había empezado a burbujear entre el lodo, cuando sus ojos vertieron unas lágrimas; estas rodaron por sus mejillas, y antes de fundirse con el fango, cada una despidió un destello.
Una última burbuja, como de sopa espesa… y el instante eterno de un pensamiento.

(Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)