Mostrando entradas con la etiqueta ilustrado por Oswaldo Mejía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ilustrado por Oswaldo Mejía. Mostrar todas las entradas

sábado, 2 de noviembre de 2019

PERDÍ MI LUCIÉRNAGA CELESTE


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)






Pasaron días, pasaron noches; hubo días soleados, pero más de los otros… sin embargo, la luz no pronunció palabra alguna. Hay veces en que las lágrimas son desplazadas por la razón, entonces es el momento de virar el rumbo y buscar esa misma voz, pero en otros labios.




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


jueves, 12 de septiembre de 2019

LUNA DE HIEL EN EL MARAJO


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)





Desde tiempos inmemorables había estado allí. Al amparo de su sombra fue que el ánima del viejo Enrique, entre humaredas de hashish se les apareció a ese par de niños locos para entre risas anunciarles la muerte de la madre de Tawapara. Fue bajo su follaje, que Vicentico se ocultó para vestirse con aquel ridículo disfraz de lagarto, que llevaría por el resto de su vida mientras peregrinaba por el mundo repartiendo sus caramelos envenenados de fantasía. Fue de entre sus ramas que, en los albores de la humanidad, descendió el primer par de amantes que interactuó con los venidos de las estrellas. Muchos de los acontecimientos más relevantes de esta comarca triste y fantasmal, se gestaron al pie de este árbol milenario, ahora sin hojas y sin sombra que proyectar.

 

Un día, proveniente de algún sueño afiebrado, a los pies del viejo roble, se materializó un iluminado; mezcla de druida, orate, mago y artista. Tenía una encantadora sonrisa y la mirada estúpida, pero limpia, como la mirada de aquellos seres incapaces de entender lo más elemental.

El viejo árbol pareció contagiarse de la alegría que irradiaba el recién llegado, e inexplicablemente empezó a coparse con el verdor de renovadas y lustrosas hojas.

Una creciente multitud de curiosos ávidos de creer en algo, fueron agolpándose alrededor del roble para ver su milagroso reverdecer y observar de cerca al iluminado, quien con su saliva iba tejiendo unas tupidas esterillas, que luego de secarlas al sol, usaba para garabatear en ellas, símbolos y figuras extrañas. Como tinta utilizaba una mezcla de sus propias lágrimas y tierra, aplicándola con su dedo índice derecho.

Nadie se iba del lugar sin llevar, aunque sea uno de los peculiares lienzos garabateados que el recién llegado obsequiaba con entusiasmo, sembrando con ello más y más sonrisas entre los asistentes. Especialmente las mujeres estaban auto-convencidas que aquellos símbolos tenían poderes curativos contra los males de amor y las heridas del alma. La comarca en pleno ahora rebosaba de alegría, contagiada por el brillo del recién materializado. Muchos se acercaban para tocarlo y untarse los dedos de las manos con su sudor.

El iluminado jamás descansaba, nunca dormía… tampoco se alimentaba. De sus espaldas había brotado algo parecido a raíces que se adhirieron al milenario roble; al parecer de esa manera parasitaba la energía vital del árbol.

Una mañana, todo varió. La multitud arremolinada ante el viejo árbol había desviado su atención hacia la repentina aparición de una hermosa mujer de piel color turquesa que, con total desparpajo se exhibía desnuda, mientras gruñía amenazante a quien intentara acercarse al iluminado. Esta agresiva manera de reclamar exclusividad dio sus frutos. Entonces, ya nadie pudo acercarse… Ya nadie pudo tocarlo, ni tampoco recibir de sus manos las esterillas garabateadas.

Poco a poco la multitud fue perdiendo el interés, hasta ignorar por completo al viejo roble, al iluminado y a la agresiva mujer con piel color turquesa. Ella sonreía satisfecha al ver logrado su egoísta objetivo, mas el iluminado no cesó de llorar por cuarenta y dos días con sus respectivas noches.

La comarca volvió a sumirse en su triste y fantasmal aspecto. La ilusión del iluminado que repartía sonrisas y alegría se había esfumado…

Al cabo de las seis semanas, el iluminado arrancó con sus manos los apéndices con forma de raíces, que lo conectaban al roble, y tal como vino, se fue en silencio.

El milenario árbol perdió sus hojas y paulatinamente fue secándose hasta convertirse en un leño inerte.

Inútil resultarían las caricias y lágrimas incontenibles con que la mujer de piel color turquesa, desesperadamente lo regaba intentando reverdecer lo ya concluido.

 

“Hay destinos que jamás debieran cruzarse, aunque la vida parezca permitirlo”


 
(Pieza única. Año 2012. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




miércoles, 10 de enero de 2018

SENDERO ENTRE VOCES MUDAS


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)



No importa si estás al otro extremo… tú siempre estás. La lejanía es apenas un detalle; las puertas siempre se hallan abiertas aguardando nuestra sincera desnudez. Mis dedos siempre alcanzan los tuyos, y tomados de la mano, siempre es posible retozar entre aquel fantástico jardincito que llenamos de flores, árboles y frutos, pintados a mano con las temperas que fluyen de nuestra sinrazón.

Cómo obviar oír tu voz si mi norte lo vas indicando tú, si aquel delirante farol que esgrimes en tu diestra es el que sopla las velas de mi navío extraviado y ciego.

 Si no puedo esquivar las piedras, tú las convertirás en risas pues mi ángel involuntario eres.

 

El Artista mayor te envió…





(Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


sábado, 28 de octubre de 2017

¿AMOR O DESEO?


Video Monòlogo (O. Mejía)



Monólogo sobre mis conceptos personales acerca del amor.  No es mi intención, crear discrepancia o polémica sobre el tema. Mi único propósito es sembrar el interés por analizar y dudar, pues intuyo que el confiar en la existencia de verdades absolutas es una tara que nos han ido instalando para hacernos proclives a ser manipulados.




jueves, 19 de octubre de 2017

ESTE VECINDARIO DONDE COMEMOS PECADOS


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Ya puedes estar tranquilo, ya no hay que temer. Viajé hacia CERTEZA y puedo jurarte que todo esto no es más que un sueño, me estás soñando a mí. Lo que leíste sobre transverberación nunca fue escrito, lo que vociferó la guitarra de Hendrix nunca fue tocado, tu andar nunca fue caminado… ni siquiera tus dolores fueron sentidos nunca, tus retinas jamás miraron nada, las injurias y cobardías de Carlos M. Salazar Ramirez nunca fueron pronunciadas. Todo es irreal. Ya no debes preocuparte por si cuando no estés más aquí el mundo pueda ser o no diferente, porque nunca te irás… porque nunca estuviste AQUÍ…porque AQUÍ nunca existió… Porque todo es sólo el sueño de un soñador que nunca soñó. Allá afuera, sin más, hay un humo verduzco que carece de humareda y no tiene color.

 

Lo siento, loco mío pero debía decírtelo. Estoy cansado de no existir y tú te empeñabas en mantenerme vivo… Lo siento… Lo siento…





(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)