Ilustración
y prosa de Oswaldo Mejía
(Derechos de autor, protegidos)
Soliloquiaba aparentes incoherencias, que de seguro en su mente tenían asidero.
Esto se venía repitiendo desde mucho antes de los cuarenta y dos días en que se
gestó la Gran Cicatriz. Él se levantaba, daba unos pasos errabundos entre el
lodo. Algunas veces giraba hacia ningún lugar y luego volvía hacia el mismo
sitio donde inició su periplo… Y se sentaba en la misma posición; como si se
tratara de una plantilla para calcar una situación desde un tiempo pasado.
Pero esta vez fue diferente… Se levantó y camino en línea recta. No hubo los
pasos dubitativos… ni los giros sin destino… Esta vez caminó con inusitada
convicción. Quería y tenía que llegar, sólo Dios sabe donde…
-¿A dónde crees que vas estúpido necio delirante? Hemos picado tu cerebro y
vaciado tu cráneo, despojándote de recuerdos y anhelos para que ni siquiera
aspires a morir ¡Ven aquí, imbécil!… ¡Ven, o te ahogaras, maldito orate! ¡Aquí
no hay nada más que este infinito pantano, tú… y dentro de ti, nosotras, tus
fobias…-
Más todo hacía indicar que no había palabra o estimulo alguno que fuera a
detener sus encaminados pasos. El mentón apretado contra el pecho; los músculos
de hombros y brazos tensos; así iba avanzando, retando al fango a abrirle paso…
cada vez hundiéndose más…más…y más…
-¡Detente! Vas camino a tu muerte y en ello estás arrastrando a nosotras y
también a este infernal pantano ¡Somos producto de tu locura, maldito demente!
¡Si te ahogas, nosotras y toda esta “nada”, moriremos contigo!-
Aquel barro negro y maloliente ya lo tenía cubierto hasta los labios; y seguía
adentrándose. Su respiración había empezado a burbujear entre el lodo, cuando
sus ojos vertieron unas lágrimas; estas rodaron por sus mejillas, y antes de
fundirse con el fango, cada una despidió un destello.
Una última burbuja, como de sopa espesa… y el instante eterno de un
pensamiento.
(Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)