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lunes, 14 de octubre de 2019

LAGRIMAS EN LA TACITA DE TE

Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.

Cap. 18 del libro "Delirios del Lirio"

(Derechos de autor, protegidos)







Mientras escuchaba los ruidos parecidos a voces, que provenían del exterior, hurgaba en su mente buscando una reminiscencia, una evocación; algún rezago de un pasado… mas no los hallaba. En sus mil vidas, incontables veces pasó por estos extravíos, pero cada vida trae sus propias luces y sus propias oscuridades. Sólo una orfandad de recuerdos, copaba su raciocinio.

Cuando despertó a esta realidad, ya estaba aquí, atrapado dentro de esta jaula que pende de esa rechinante cadena venida desde allá arriba. Allá, donde su vista no alcanza a distinguir nada, pues la oscuridad es más densa y todo lo devora con cada centímetro de lejanía.

-¿Cómo  es que llegué aquí? ¿Qué es este lugar dónde estoy? ¡¿Dónde, dónde?! ¿Cuánto tiempo llevo en esta jaula? ¿Qué le sucedió a mi cuerpo? ¡No! ¡Esto no es más que una pavorosa alucinación!… No soy yo ¡No, este monstruo de osamenta cubierta con filosas escamas color verde! ¿Por qué habría de adoptar la forma de un nauseabundo reptil con alas? ¡Alas! Tengo alas…¡¡Grandes alas!! Pero…  ¿Para qué me sirven dentro de esta jaula? ¡Esta pesadilla es real! Y si es real,  quizás tenga el poder de volar sobre… ¿Sobre qué? Me resultan extraños estos parajes ¿Y la jaula? ¿Por qué estoy aquí, por qué? Tengo las piernas entumecidas. Debo llevar una eternidad en esta incómoda posición de cuclillas… pero esta maldita jaula no me permite variar mi penosa postura. Los barrotes aprietan mis alas contra mi tórax. Me resulta difícil respirar. ¡Ruidos extraños y el pánico que no cesan de martillar mi cerebro! ¡Esto debe ser el infierno! ¿Pero qué culpas o pecados estoy expiando? ¿O es que, simplemente, me volví loco? …Además del pánico que me provoca estar pendiendo en el vacío desde esta altura. No quiero mirar hacia abajo, el piso está tan lejos...-

Muy por encima de aquella casi total oscuridad, una débil luminosidad penetra hiriendo con tenues destellos algunas aristas de las paredes y los escalones empedrados de una larguísima escalera. Es una luz muy tímida, casi imperceptible, y de color gélido: pero es suficiente para copar la atención de un confinado. Se le hace sumamente atractiva. Huele a esas esperanzas que se anidan en la razón como una  delirante obsesión.

-Debo alcanzarla. Estos barrotes de acero no me lo impedirán… Dios mío, permite que mis debilitadas manos fuercen los hierros que me recluyen en este aislamiento  desesperante y cruel.

 ¡Ahhhhhhhh! Sí puedo, sí puedo ¡Ahhhhhhh…Ahhhhhhhhhh…Ahhhhhhh! ¡Sí, lo voy a lograr! …Esto está cediendo…

Los barrotes se rindieron a sus ansias de libertad. Aunque a duras penas pudo deslizar hacia afuera la poca maniobrable envergadura de sus alas, pero ya estaba afuera.

Evitando mirar hacia abajo para no ser presa del vértigo y el pánico, empezó a descender por la cadena, ansioso por alcanzar el piso.

La cadena chirriaba incesante; las manos le ardían por la fricción. No desvió para nada su mirada hacia abajo, mas sus cálculos le iban indicando que ya faltaba poco…

-¡El extraño intenta huir! ¡No lo dejen escapar!

¡Atrapadle! ¡ Atrapadleeeeeeeeeeeeeeee!

No pudiendo localizar de quienes, ni de donde provenían las voces, sólo atinó a soltarse, cayendo y estrellándose pesadamente contra el empedrado del piso. No era el momento para atender dolencias. De un brinco se puso de píe, y emprendió veloz carrera hacia el rincón por donde había visto que ingresaba la mortecina lucecita, pero que su instinto se la pintaba como una gran esperanza de salida.

-¿Quién grita? ¿Quiénes son esos que vienen hacia mí? ¡Debo darme prisa! No les veo, pero puedo oír sus respiraciones y sus pasos apresurados acercándose. Debo alcanzar esa luz. ¡Ah, maravillosa luz que alimenta la claridad! No importa a dónde me conduzcas mientras me saques de esta cerrazón…Hacia ti voy… 

-¡Centinelas! No dejen escapar al extraño, va hacia las escaleras ¡Deténganlo!

Conforme avanzaba hacia su objetivo, es paso iba estrechándose más y más…

-Me ahogo… ¡Dios mío, no consigo respirar!… Mis alas golpean contra las filosas salientes y aristas de las paredes. Me duele… ¡Duele mucho!

Trozos y jirones de carne ensangrentada le son arrancados en cada roce, quedando estos pegados a los muros, como señal de su apresurado paso.

 -¡Duele… duele mucho!… Pero no debo renunciar ¡No lo haré! No importa que mis alas se quiebren, no importa el fuego quemando mis carnes heridas, no importa lo que de mi quede en el camino …Debo concentrarme en la luz ¡Sigue, sigue!  Ya falta poco… Unos cuantos metros más… … ¡Vamos, vamos!

La luz crece en tamaño e intensidad. Ella es la esperanza, y está tan cerca

-¡Centinelaaaaas! ¡El extraño está subiendo por las escaleras! ¡Atrapadleeeeeeeeeeee, que no alcance la ventana!

¡Inútiles! ¡Usen los arcos y flechas!

Correr, correr y saltar al vacío… ¡Ahora! ¡Ahoraaaaaaaaaaaa!

Está parado sobre la base del marco de la ventana, frente al vacío, paralizado; deleitándose con el aire fresco que penetra por sus pituitarias invadiendo su ser, cuando siente las manos de sus perseguidores rozándole los tobillos, entonces salta…

-¡Diosssssssssssss, noooooooooooooo! ¡Mis alas no me obedecen! ¡Me voy a estrellar! ¡Debo aletear con más fuerzaaaaaaaaa! ¡Eso, eso! Lo estoy logrando…

Rapidamente, aunque sus alas se manifiestan torpes, van estabilizando su caída hasta convertirla en flotación.

-¡Quince monedas al arquero que lo derribe! ¡ Yaaaaaaaaaaaa!

-¡Lo logré! Estoy volando, puedo planear… maravillosa sensación… ¡Soy un ángel! ¡Sí, eso soy!

-¡Disparen malditos! ¿O quieren probar de mi ira?

-¡Oh, Noooooooo! Ajjjjjjjjj  ¿Qué es esto que me quema el pecho? ¡Maldición!  Me han da…do… Ahhhhhhhhhhh…

La caída libre. El cuerpo precipitándose en tirabuzón, y la desesperante sensación de las vísceras apretando el pecho y amenazando con salír expelidas por la boca. Crispa los dedos de las manos en un vano intento por sujetarse a algo…

-¡Está cayendo el extraño! ¡Le di en medio del pecho!

Je je je… Menudo porrazo que se ha dado.

Lo último que sintió, fue el sabor salado del fango, mezclado con su sangre, cubriéndole la lengua e invadiéndole la boca toda…

-Lo que tenías que pasar ya concluyó.

-Pero… ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? Lo último que recuerdo, es retorciéndome en el lodo… y luego, como me fui sumergiendo en la oscuridad.

*-Soy Magdalena… Eva; la mujer de los mil rostros, y los mil nombres, que siempre estuvo a tu lado desde tus sueños. Soy quien venía a tus fantasías, con las alas blancas que pintaste para mí, y con estas ojeras color promesa que fueron tu inspiración durante tus mil vidas.

Yo rescaté tu cuerpo del fango Arq-ángel. Fui enviada para cuidarte y proteger tu misión, aunque en ello se fuera mi propia vida… Ahora debo irme, tengo una deuda que saldar. Esa Señora de túnica que ves allá, reclama por mi…

Yo soy el precio por el que ella te ha dejado vivir. Ese fue el trato y debo cumplir…¡Adios!

-¡Nooooooooooooooooooooooo!



 (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


     

sábado, 19 de mayo de 2018

EL BÁCULO DE QUIEN CAZA ALMAS



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)




Soy una sanadora. Curo enfermos, reúno amantes distanciados y leo el futuro a los desdichados, más de ese señor del cual me hablan… no sé nada; no soy amiga de él, no lo conozco.  Pero ¡cuidado!, no se metan conmigo, pues entonces buscaré la amistad del susodicho. Ustedes le temen y son sus enemigos, y a mí me interesa ser amiga de los enemigos de quienes intentan hacerme daño.

Si ven a ese Demonio, Diablo… o como se llame, salúdenlo de mi parte.


(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)

 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

ALETEA FENIX


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Conversé con el ángel; tengo aún sus lamentos runruneando mi espacio. Una de sus lágrimas cayó en mi palma; fue un contacto lacerante. Sonreía su carita de niño, pero sus ojillos no cesaban de manar penas y soledad contenida, que sus comisuras, arrugas y cicatrices del tiempo, canalizaban hacia el polvo cruel.

Tenía la postura de un anciano simio y la actitud de un sabio que nada entiende.

 

*-¿Te atormenta tú soledad?

 

**-¡No, ya no! Pero siento profunda tristeza pues tuve que decirle que estábamos muy viejos para que me espere volver con otro rostro. El túnel ya no tarda en aparecer ¡lo siento!

Ella acarició mi melena y muchos de mis canos cabellos quedaron entre sus dedos. Ahora deberá recorrer el sendero sin mí...y andar en soledad mata lentamente. Agonizas una eternidad. Yo sé mucho de ello; pues tuve piernas de gacela, más no me ayudaron a escapar. Siempre estuve aquí… sólo corría en círculo...

 

*-¿Te trajo deleite que ella acariciara tu cabeza?

**-Esa caricia fue extemporánea, me correspondió en otro tiempo, ahora es lejana… es ajena…




(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)



jueves, 20 de julio de 2017

EL PENACHO AMARILLO BRILLARA EN ENERO


IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)





Yo no las inventé a ustedes, malditas caras sonrientes, vigilantes y punzantes, maquilladas con vidas ajenas. Siempre relamiéndose en torturas y celos que mordisquean la noche ¡Grítenme que es normal, que patear el tablero es parte del juego! Hay un cadáver de tu lado y un cadáver del lado mío. Lloras tú, lloro yo….con una larga y solitaria lágrima que en un cofrecito guardé para la ocasión. Debo pintar mis ojos para no desentonar; debo decorar mi cubil; no quiero que tus tacones tropiecen con mis despojos. Si he de irme, quiero partir como un lindísimo anciano a quien el arado surcó la frente. No quiero irme con temor, no como el fracasado artífice de sueños que las lenguas señalaron con mentiras…




(Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 64 cms. Precio $.600 dólares americanos)



viernes, 5 de mayo de 2017

LOS DUENDES SUEÑAN EN COLORES PASTEL


Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía

Cap. 7 del libro "Delirios del Lirio"

(Derechos de autor, protegidos)






Esta noche es una noche muy pero muy especial, desconcertante y pletórica de sensaciones y emociones, como esas que punzan y arañan nuestra sensibilidad, la misma con la que he convivido por cinco siglos y medio pues alguien, el mismo día que nací, me la grabó en la frente, con un hierro caliente al rojo vivo, y por tanto, no puedo ni podré desprenderme de este estigma.

No entiendo si por error o castigo, se me destinó habitar en este mundo poblado de arpías, chacales, borregos, cerdos y asnos parlantes, situación que sólo puede ser soportada si uno es un perfecto idiota o un mitómano consumado. Como estoy convencido de que la perfección es inexistente, al menos en este plano astral, no me queda otra que pensar en la alternativa de que soy un magnífico mitómano… y debo serlo pues todo el tiempo que llevo andando por estos polvorientos senderos, los transité creándome las mentiras más inimaginables; tan convincente fui al concebirlas que yo mismo terminé creyéndolas como si fueran una verdad palpable y absoluta.

Debo contarte algo ¿Sabes que debido al estigma de ser portador de esta maldita sensibilidad no me quedó otra elección que sublimizar mis traumas pariendo arte? ¿No lo sabías, verdad? Pues fue así, eso me convirtió en el lobo solitario que aquí ves, saturado de tristeza y con el rostro cubierto por una careta que lleva grabada una sonrisa que yo mismo dibujé con la tinta indeleble de mi auto-engaño. He vivido repartiendo alegría y esperanzas entre los demás animales que me rodean y sin embargo fui y soy incapaz de prodigarme a mí mismo una pizca de sosiego.

Esta noche, tal como te dije, es muy especial para los borregos, las arpías, chacales, cerdos y asnos pues masivamente, festejan el nacimiento de un redentor  del que ni siquiera están convencidos que los vaya a redimir pero es un buen motivo para festejar y atiborrarse de comida y bebidas espirituosas, lo cual no les proporciona felicidad pero sí placer, además de garabatearles ese rictus en sus hocicos, mueca que ellos interpretan como sonrisas.

La arpía con la que comparto mi caverna y una mutua repulsión, tuvo la visita de otro pajarraco, su hermana. Llegó con unas botellas que contenían un brebaje -me parece  haber leído en las etiquetas de dichas botellas, la inscripción “Orines de Lucifer”-. Cuando la micción que bebimos empezó a hacer estragos, ellas recomenzaron a parlotear incoherencias y a realizar remedos de danzas bajo la luz de la luna, fue entonces que decidí largarme, no estaba a gusto allí, quería apreciar otros aires.

Una vez fuera, recordé que hace tiempo que mi pata derecha trasera se rehúsa a seguir acompasadamente a mis otras tres patas pero igual me fui, rengueando, sí, de todos modos me fui. Por donde circulaba sólo veía animales obnubilados que sonreían estúpidamente, con una euforia desmedida debido a la generalizada ingesta de las bebidas “espirituosas”, contrastando con la lucidez que me confería mi aflicción. Mi ángel de la guarda no se fue de vacaciones, simplemente cesó su función… y yo le extrañaba en demasía. Se fue diciéndome “Ya cumplí mi ciclo. Vendrán otros que cuidarán de ti de aquí en adelante”

Entre mis pasos desacompasados, mis soliloquios y algunas lágrimas, me topé con una casucha iluminada donde expendían los “Orines de Lucifer”. Sólo tenía la mitad de una moneda que celosamente guardaba en mis fauces para no perderla; con ella pagué por una botella de la infernal micción y empecé a beberla, solitario y de pie. La botella sería mi fiel compañera mientras en su interior hubiera algo de líquido, aunque me torturaba saber que la bebida no tardaría en agotarse.

Me encontraba ensimismado con mi botella que iba vaciándose lentamente cuando de repente, apareció un cerdo ebrio. Dijo que me conocía, que me apreciaba muchísimo y otras tonterías que ya ni recuerdo. Claro que como yo soy un viejo lobo, no un asno, enseguida me di cuenta que aquel cerdo ebrio de cara burlona, lo único que deseaba era que le invitara un poco de lo que yo estaba bebiendo. Siempre tuve la convicción de que una cuota de veneno no se le niega a nadie, así pues, compartí con él un sorbo y le pedí con mucha amabilidad que se largara, que no interrumpiera más la conversación que tenía conmigo mismo. Necesitaba desahogarme contándome cuánto necesitaba a mi otrora ángel guardián.

El cerdo me agradeció y se fue dibujando serpenteantes “eses” con su andar, encaminándose hasta un rincón donde libaban un chacal y un asno. Me desentendí de él y los otros y volví a sumirme en mis penas y añoranzas.

 -Ángel mío ¿Cómo voy a olvidarte si de todo lo que me enseñaste me faltó aprender a vivir sin ti?

Así de ensimismado estaba cuando de pronto llegó a mis oídos el escandaloso eco que ocasionaba una trifulca proveniente del rincón hacia donde se había dirigido el cerdo ebrio de mirada burlona. Giré mi cabeza para ver qué ocurría y alcancé a verlo. El cerdo estaba panza arriba, pataleando en el piso; una certera coz del burro  le dio en la cabeza dejándolo instantáneamente quieto, cual si fuese un cadáver. Inmediatamente, movido por mi naturaleza impulsiva, en dos brincos llegué al lugar. El cerdo estaba quieto, privado de casi todas sus facultades,  apenas si respiraba  levantando polvo en cada exhalación.

El asno y el chacal me observaban desafiantes. Yo los miré, hice rechinar mis colmillos y gruñí:

-Malditos desgraciados ¿Por qué hicieron esto?- Dije con tono de amenazante reclamo.

-No te metas en esto, imbécil. En este mismo instante podría matarte de una patada si quisiera- Sentenció el asno.

-Lárgate mientras puedas, estás muy lejos de tu territorio, aquí no te daremos explicaciones- Acotó el chacal.

-¿Acaso creen que pertenezco a algún lugar? Soy un lobo y por tanto soy lo que soy donde voy y donde estoy- Fue lo último que expresé antes de que comenzara la pelea.

El asno comenzó a brincar y dar volteretas amenazando con golpearme con sus patas; yo lo esquivaba y de vez en cuando lograba darle una dentellada. La situación se prolongó invariablemente por no sé cuánto tiempo, hasta que sentí un dolor lacerante en mi anca derecha. Instintivamente volteé y vi una herida profunda en mi muslo, sangraba copiosamente. El chacal me había mordido a traición. Quise retomar mi defensa contra las amenazantes patas del asno pero fue muy tarde, cuando reaccioné ya venía la coz directamente a mi sien izquierda. Alcancé a ver un destello y luego…la nada.

Al despertar me hallaba recostado en mi cama. Mi apariencia era la originalmente humana. Sentía todo el cuerpo dolorido. Me quise levantar y fue entonces que reparé en mis sábanas manchadas de sangre ¡Claro! Tenía una gran herida en la cadera. No comprendía cómo había ocurrido. Me senté sobre mi cama y… allí, en el piso, distinguí cuatro plumas blancas. En ese preciso instante entró a mi dormitorio la esposa con la que Dios me condenó a convivir. Tenía las manos en la cintura y mirándome con ojos que destilaban odio, vociferó:

-¿A dónde mierda te fuiste anoche?- No le contesté… Si ni yo mismo sabía dónde estuve.

Mi ángel siempre me decía “No te preocupes si te olvidas de algo, yo tengo suficiente  memoria para almacenar todos tus recuerdos”

 

Pero ahora… él ya no está ¿Quién será el guardián de mis memorias perdidas?




(Pieza única. Año 2012. Medidas: 80 X 50 cms. Precio $.600 dólares americanos)




jueves, 23 de febrero de 2017

PAT AGUJEREÓ MI ALMA


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)







Cabalgo desnudo entre la confusión.

Si quiero rascarme, no tengo cuerpo.

Si quiero llorar, no tengo ojos.

La musa de mi canto es la desesperación.

 

¡Locoooooooooooo!

Tu demencia soy, cógete de mí mano.

 

Cargando mis pellejos, camino hacia atrás.

Rodé por un embudo, estoy loco a rematar.

La noche es más espesa, ha huido el resplandor.

Estos gritos silenciosos han quebrado mi razón.

 

¡Locoooooooooooo!

Tu demencia soy, y he regresado por ti.



(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 61 cms. Precio $.600 dólares americanos)



martes, 14 de febrero de 2017

SE HAN AGOTADO LAS ALAS PARA ANGELES


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)






Te necesito…

Sin importar quién eres;

Basta con que seas capaz de edificar un sueño.

¿Sabes? Ya no estaré triste.

Volví a escuchar la más dulce y deliciosa mentira:

“De aquí, hasta la eternidad”.

Sólo vine por un instante a mirar tu figura.

Y me diste más…

…La promesa de una vida lamiendo tu piel,

Y con esa ilusión, podré vivir la eternidad de este día.



(Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)


viernes, 20 de enero de 2017

RAPSODIA DE MANOS MUDAS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)






"Soy un ARTISTA. Por ello tengo el rol imperativo y la facultad de inventar sueños, inquietar sensibilidades y crear mundos alternativos en las mentes de quienes asisten a la convocatoria de mi propuesta"...

 

*-¡¿Le vamos a permitir que nos contamine con su magia?!

¿Dejaremos que mordisquee nuestras mentes con sus toxicas fantasías?

¡…Maldito embustero que pretende hacernos creer que puede fabricar universos con papel; con humo…con palabras…!

¿No es más fácil apedrearle y silenciar de una vez por todas, sus predicas sobre humanizar al reptil que llevamos dentro?

¡Él es tan infeliz como nosotros!

…Sólo que el muy desgraciado, mira hacia arriba; y allí encuentra la inspiración para proclamarse “UN DIFERENTE”.



(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 64 cms. Precio $.600 dólares americanos)



viernes, 13 de enero de 2017

PLEGARIA POR EL ORATE QUE DUERME DE CABEZA


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)






Si temes enfrentarte a tu subconsciente,

rebobina tu andar y guarece tus escamas entre la niebla.

Otros necesitan de mi espejito.




(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 60 cms. Precio $.600 dólares americanos)



viernes, 30 de diciembre de 2016

PEROL DE IDEAS SUELTAS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)






Llévame hacia esos lugares que dices, esos donde las flores son pintadas con lápices de colores y sus aromas provienen del aliento de bocas de miel y labios entreabiertos. Llévame allá, donde los faunos voyeristas atisban las caricias que prodigan las manos ansiosas; quiero ver esos dos soles que dan doble alegría a los pliegues de las pieles desnudas.

¿Podrías preparar sopa con esas piedrecillas azulinas que hay por doquier? ¿O sólo quieres que nos llenemos de viento y tiempo? Alguien me dijo que es bueno para exfoliar el alma…

Llévame a esos lugares que dices, donde las frutas tienen alitas de sedas y tules que vienen hacia tus manos adiestrándote para que me acaricies cuando estoy en celo. Llévame allá donde la noche cómplice permite el tanteo de tu estremecimiento; quiero correr desbocado por entre tu vientre, hurgando el cóncavo de tu cordura que tu deseo me ha de ofrecer.

¿Acaso piensas que si nos vestimos de ilusión nos importará el que nadie nos mire? ¿O crees que por cantar desafinado dejen las estrellas de brillar? Vine por un mimo y me quedé en ti.

Llévame hacia esos lugares que dices.

Llévame hacia allá.

 

Si ves que no camino de prisa, lleva a mi mente a pasear…



(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 60 cms. Precio $.600 dólares americanos)