martes, 10 de enero de 2023

VESTIDO DE FABULA PARA ACUNARTE



Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.
Cap. final del libro "Delirios del Lirio"
  (Derechos de autor, protegidos)



La tertulia es un bocado largo; se paladea, se saborea. La disfruta quien habla, y también quienes escuchan. Si la charla es incoherente, mucho mejor. Aunque esta, más que charla, era un monólogo continuo. 

Cual si tuviera mil bolsillos imaginarios, el Cuentero iba sacando historia tras historia. Los oyentes, boquiabiertos, apenas si se limitaban a asentir por momentos con alguna gesticulación, mueca, o pronunciando un breve “¡Ajá!”, o un “¡Claro!” …

En determinado momento, el Cuentero requirió de un adjetivo huidizo, entonces cerró los ojos un instante, como si fuera a hurgar su mente en busca del ansiado adjetivo.

Al volver a abrir los ojos, algo no encajaba… Algo había variado radicalmente en el contexto.¡¡Sí!! ¡¡Ya no eran las mismas caras conocidas de los oyentes!! Ya no era el mismo lugar…Ni siquiera era la misma noche…

La primera reacción del Cuentero fue el pánico - ¿Qué está pasando? - Instintivamente intentó ponerse de pie, mas los que ahora le rodeaban se lo impidieron.

-No se pare…

*- ¿Por qué…?

-Se cayó, se golpeó la cabeza, y estuvo sin conocimiento por unos minutos. Es mejor que espere a que llamemos a algún familiar o algún conocido suyo…

El Cuentero se llevó las manos a la cabeza, y entonces pudo palpar que sus largos cabellos estaban empapados de una sustancia gelatinosa. Cuando miró las palmas de sus manos se dio cuenta que era sangre en proceso de coagulación.  ¿Qué había ocurrido realmente? ¿Cómo llegó a este lugar? ¿Dónde quedaron los amigos con quienes estuvo tertuliando hacía un instante? 

Al Cuentero sólo se le ocurrió huir despavorido de aquella extraña realidad repentina, mas, al primer tranco, sus piernas no reaccionaron a la altura de las exigencias. Trastabilló y cayó pesadamente al piso, recayendo el impacto de la colisión sobre su mano derecha.

-Señor, cálmese. Ya está en camino el auxilio médico. 

El dolor obligó al Cuentero a encoger su brazo derecho para sobarse. Fue allí que notó lo arrugadas y envejecidas que estaban sus manos. Su cuerpo en sí, estaba falto de musculatura, agotado, desgastado…Un cuerpo de anciano.  ¿Cómo pudo ocurrir esto en un abrir y cerrar de ojos? -

Arrastrándose hacia atrás, apoyándose sobre sus caderas y codos, El Cuentero, desesperado, se apresuró por alejarse de esa pesadilla... ¡Huir!  ¡Huir!  ¡Huir! 

Esta vez el cambio también fue repentino, pero no hubo brusquedad. Todo varió, pero fue como una veladura, suave, sutil, esfumada…Ahora él se impulsaba con unas piernas muy largas, flexibles y elásticas. Se deslizaba casi flotando por entre un camino heterogéneo de distancias planas y graderías. A su derecha se mostraba una inacabable pared de ladrillos, con una secuencia horizontal de ventanas desde donde le observaban personas que en algún momento debió conocer, pues sus rostros le resultaban familiares. Que no hubiera hecho por evitar mirarlos, pero su vista era atraída por esos rostros tristes y sombríos que aparecían en las ventanas. Verlos le dolía. Había algo en esas visiones que le hacía daño. Estaba llorando, y sufría, mas no aminoró la velocidad de su carrera. Aun así, el deslizamiento de su existencia se desfasó con la vista de la inacabable pared que se presentaba a su derecha. El paso de las ventanas frente a sus retinas fue adquiriendo más y más velocidad, hasta hacérsele imposible distinguir nada. Sólo podía percibir el vértigo moviéndose a su derecha.

Cuando detuvo su correría, el paisaje se mostró desoladoramente plano y sin fin, estéril, vacío. Sin atrás, sin adelante. Sin Este ni Oeste, sin Norte ni Sur. Hacia donde mirara, sólo hallaba la soledad más profunda. La madre de las ausencias y las carencias. Esa soledad que ni permite rezar, pues en ella no hay cabida para ningún Dios …

El Cuentero se derrumbó sobre sus rodillas. Los recuerdos de sus mil vidas, ahora resultaban un peso excesivo para su organismo cansado y desgastado por esa vejez fortuita y repentina…

Vinieron a su mente, Eva… Su Madre… Magdalena…Emérita, Betsy, Esther, Diana, Lucy, Patricia…y Myriam. Todas con sus diferentes rostros, pero con el mismo aroma feromonal en sus pieles, y las mismas ojeras color promesa ¡¡Claro!! Siempre fueron la misma, sólo variaba su rostro para no ser conocida sino, reconocida.

*-Ella nunca vino. Todo fue una mentira. A ella la inventé yo…

En esas circunstancias, en ese instante, la mente del Cuentero había empezado a sufrir repentinos arrebatos de cordura selectiva. Seguía sumergido en esa vorágine de realidad delirante, pero por momentos sus recuerdos daban brincos cada vez más prolongados hacia la lucidez.

Había vivido mil vidas, miles de aventuras, y los recuerdos de todo ello estaban intactos, dentro de su cerebro. Allí estaban minuciosamente detallados, olores, texturas, sabores, sensaciones y sentimientos transcurridos. Las luchas, las lágrimas; las plumas blancas que aparecían inexplicablemente ¡¡Claro, las plumas!!

Entre sus mil vidas, en cada una de sus aventuras siempre ocurría un hecho por demás inquietante…como por arte de magia en algún momento aparecían plumas blancas.

Entonces el Cuentero reparó en que estaba desnudo, y que llevaba un armatoste sujeto a sus hombros por unas correas, y del cual sobresalían un par de largas varillas de las que se sujetaban algunas tiritas de papel blanco. El Cuentero se llevó las manos al rostro y lloró como un niño.

Los recuerdos cobraron ribetes de una nitidez tan vívida que casi eran palpables…

*-Estas ridículas alas las fabriqué yo hace mucho. Las hice con mis propias manos; con varillas de desechos y les fui pegando tiritas de papel para simular plumas. Con ellas me auto confeccioné la mentira de que yo podía volar…

La fantasía que su mente afiebrada le otorgara todo ese tiempo, ahora se desvanecía. Aquellas alas que otrora se le antojaron majestuosas, ahora se le presentaban tal cual: Un armatoste inútil, hecho de varillas de desecho, y con algunas tiritas de papel, que aún se mantenían tercamente pegadas.

Nunca vino Eva, nunca vino su madre, nunca vino Magdalena, ni Emérita, ni Betsy, ni Esther, ni Diana…ni Lucy…ni Patricia…tampoco Myriam.

Nunca hubo mil vidas, ni aventuras épicas. Quizás ni siquiera hubo tertulias con sus monólogos continuados…

Roto el hechizo de su delirante magia, el Cuentero supo que aquellas preciosas plumas blancas que hallaba en sus imaginarias aventuras, no eran más que las tiritas de papel que iban desprendiéndose de su armatoste…

*-Todo fue una mentira. Todo esto me lo inventé para hacer soportable mi soledad. 

 El Cuentero permaneció arrodillado, con ambas manos cubriéndose el rostro, sumiéndose entre la tristeza y la desesperanza. Su magia se había acabado ¿Cómo digerir la orfandad de razones para continuar la ruta que el destino le asignó?

Quizás fue solo un instante, quizás hubo transcurrido una eternidad… Quizás ya no había más lágrimas para derramar. Lentamente el Cuentero fue retirando sus manos liberando de a pocos su mirada. Entonces sus enrojecidos ojos se abrieron desmesuradamente y una amplia sonrisa cobró vida en él…

Frente a sí, entre sus rodillas, yacían un par de hermosas plumas blancas.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)



jueves, 5 de enero de 2023

OPERETA DEL MENDIGO


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)




 


Tres titanes de lustroso ébano, se regocijan al fondo ejecutando en deliciosa sinfonía, “Banda de Gitanos”, como el himno a la nostalgia genial de tres seres de otros mundos irrumpiendo en este con sus ruidos estridentes, cadenciosos y pletóricos de una melancolía suprema. Billy, reptando por lo bajo, con un sonido estentóreo muy grave, como rugido de un magnifico león vociferando su llamado en celo. Buddy, con sus manazas regordetas, tamborileando un sabor con reminiscencias a danza pagana que crispa las emociones en sublime deleite. Y por último, Jimi, invadiendo nuestros órganos auditivos con la magia de sus seis cuerdas agudas y reverberantes, cargadas de lascivia irrepetible.

Voces de quejidos en coro y contrapunteos narrando batallas, amores truncos, sueños sin materia y esperanzas desesperanzadas. Recién entonces reparo en ti, leal loco mío. Te forcé a correr a mi lado como pordioseros de  sonrisas ajenas, cuando pudimos haber sonreído juntos, paseando bajo la luz de la luna. Te llevé en pos de alas de ángeles falaces que se resistían a cargar nuestra pesadez en lugar de llevarte a retozar al huerto de las frutas de la amnesia. Me aproveché de tu cómplice incapacidad para decir “¡No!” a mis más descabellados deseos y sentimientos, como si unas palabras escritas o por fono, fueran relevantes en nuestro peregrinar.

Ahora me postro de rodillas ante ti, suplicándote perdón por haber acelerado tus latidos con quiméricas expectativas de dérmicos encuentros ¡Perdóname, amigo! Perdóname corazón mío por haberte expuesto al rechazo continuo de quienes no te merecían… mas hoy te prometo: no volveré a entregarte en mendicidad a la jauría que se afana en sentirte latir aquí, en mi pecho, para saciar sus egolatrías.

Ven, siéntate conmigo. Escuchemos el “Banda de gitanos”, sintámonos dos enamorados del amor, sin dueños… Tú, yo y nuestra nostalgia, podemos sonreír pues tenemos la dadiva de poseernos hoy día.

¡Perdóname corazón mío!


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




martes, 3 de enero de 2023

SOMBREROS PARA EL DIA



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)




Si se desmoronan mis piernas y brazos, me recluyo en mi diminuto ataúd en el que apenas cabe mi torso, mas desde aquí puedo emprender mi vuelo migratorio hacia cielos demenciales donde los pies no son los que dejan huellas. Déjame ir a ese mundo  que para ti es bizarro, ese donde las casas se construyen con humo, con palabras o con pensamientos delirantes. No te interpongas, Lógica, o atravesaré tu perceptible presencia como saeta irracional que soy. Esto está destinado a los sensibles y a los orates… y de eso, traigo mucho en mis bolsillos. Apártate Sensatez, que mi rumbo ya está trazado y es ineludible ¿O creen que me vestí de amarillo y pinté mi rostro de dos colores para hacer juego con la cordura?

Este enajenado no huye, se guarece en la sinrazón, pues aquí siempre es tibia la soledad.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


lunes, 2 de enero de 2023

EL GALEÓN DEL CAOS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)




Afuera el frío continuaba calando los huesos a los fantasmas, a los vampiros y a uno que otro “parroquiano lechucero”. Mas, para un Coleccionista de sueños idos, qué puede importar el rostro del clima…

La música estaba allí: Densa, trasnochada; con esa voz aguardentosa y melancólica como protagonista. El sonido del saxofón aportaba una cuota de libidinosa sordidez a la canción.

Los burdeles suelen ser así de patéticos al amanecer. 

Podría jurar que aquella mujer lloraba mientras cantaba…-


-¿Dónde estabas tú  cuando me acurruqué en la ventana a lamer mis heridas?

-¿Por qué saliste corriendo, si viste a boquicéfalos  atándome los pies?

¿Es que acaso olvidaste que siempre fui tu sombra fiel?

 

(Coro)

¡Aplastemos a la criatura hasta hacerla reventar!

¡Que graciosos sus ojitos, nunca cesan de llorar!

¡Cantemos mientras restregamos nuestras uñas en su piel…!

 

El  jardín reverdeció, y hay luces brillando allá afuera. 

Estoy aguardando al pez dorado que me ha de llevar a la estación…

Mi aquí vendrá en uno de los vagones que traen sueños de la villa.

 

(Coro)

Se va…

Se va…

El viento sopla para allá


Hoy eres tú quien tiene vendas en los ojos y caminas hacia atrás.

Ten cuidado con tu cola, no la vayas a pisar.

Ya ni rezar por ti puedo, vino por mí una nueva vida.,

 

(Coro)

Se va…

Se va…

El viento sopla para allá

 

Finalizada la canción, colocó unas monedas junto a su vaso vacío, y se enfundo la cachucha; pero no por abrigarse, sino porque temía se le escapara alguna estrofa de aquella canción, y olvidaría lo  que le pareció, era su historia…

Así, entre la neblina del amanecer, tarareando el estribillo, se perdió el Coleccionista de sueños idos…


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)



 

miércoles, 28 de diciembre de 2022

VERTEDERO DE TIJERAS





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)

 


Has vivido mil vidas, sumergido en el limbo de la cordura, alternando entre vidas y muertes expiatorias, con  el único fin de redimirte de un pecado que allá, muy allá en el tiempo te atreviste a cometer quebrantando un mandato fundamental emitido por los venidos de las estrellas.

¿No me recuerdas, verdad? Te diré quién soy. Esta es mi historia:

*-Madre, hoy no desayunaré; debo salir y tengo prisa…

**-¿A dónde crees que irás así? ¿Acaso ignoras que los días martes las niñas no deben usar el color verde en los cabellos?  ¡Además sabes que no te tengo permitido usar esa túnica amarilla!

*-Algo me dice que alguien que no conozco ni me conoce viene por mí, y no quiero ser impuntual. Debemos encontrarnos en el camino que viene de ningún lugar. Ambos nos reconoceremos, por nuestras sonrisas tristes e indelebles. Viviré una vida con él, y luego vendremos juntos para la cena. Guárdanos unos panes, pues hacer el amor siempre abre el apetito.

La primera vez que nos reconocimos, te hallé sentado sobre la gran roca que te servía para atraer los bostezos previos a tus  sueños delirantes. Estabas empacando en unos tubos la magia que manaba de tus manos, pues no tardarían en llegar las aves que los llevarían y  repartirían entre los espíritus inquietos y alertas.

*-Ya estoy aquí; soy quien has estado esperando sin importar mi nombre. No es necesario que lo sepas ni lo recuerdes; lo que no podrás olvidar son mis ojeras que tienen color de promesa…

***-Llegas a tiempo. Pasé la noche construyendo este refugio que cobijará nuestro “por siempre”, aunque este quizás sólo dure un instante.

*-…Un instante de buen amor se graba por siempre…

De un salto bajaste hacia mí, me cargaste y con delicadeza me depositaste sentada sobre la gran roca.

*-Me vestí con esta túnica amarilla para que tú me despojaras de ella…

Entonces juntamos nuestras pieles y disfrutamos plenamente de lo cóncavo y convexo de nuestros cuerpos. Mientras gozábamos recorriéndonos cada centímetro de nuestra desnudez me topé con los apéndices que emergían de tu espalda, uno en cada omóplato. Quise preguntar, pero preferí el placer antes que disipar interrogantes. Aquella noche caminamos por las paredes y el techo de nuestro refugio, unidos, compenetrados como un solo cuerpo y una sola alma.

El instante eterno que nos prometimos…

Repentinamente todo se quebró cuando llegaron esas luces enceguecedoras en medio de aquellos chirridos ensordecedores. Tú te interpusiste entre ellas y yo escudándome; yo me abracé a ti, pero me fuiste violentamente arrebatado. Las luces resplandecientes se concentraron frente a mí y no pude ver más, sólo escuché tus gritos desgarradores mientras todo el lugar era invadido por ese acre olor a carne chamuscada.  

Cuando empezaron a disiparse mis sentidos pude ver tu cuerpo inmóvil, tendido bocabajo; y en tu espalda, donde antes hubo esos extraños apéndices, aún humeaban dos círculos negros, como marcas de tajos cauterizantes.

Tu cuerpo inanimado, quieto, estaba allí, pero tú te habías ido. Aguardando tu regreso, arrodillada ante lo que de ti quedó, entre mi dolor y el llanto se me fue la vida.

Así empezó esta enviciada espiral de vidas en la que ambos caímos, viéndonos envueltos en constantes encuentros, el reconocernos y luego los desencuentros. Esa fue tu condena por abandonar la caminata que regían los venidos de las estrellas, y por regar tu semilla en mis entrañas. Te seguí en cada una de tus mil vidas; en cada una de ellas morí de tristeza por tu amor perdido, o de vejez aguardando tu retorno. Fui Eva, fui Magdalena, fui oso de peluche; fui niña, mujer y hembra. Aparecí en tus mil vidas con mil nombres y mil rostros diferentes; en algunas, hasta con mi ausencia estuve presente, pues fui la inspiración para tu andar…Siempre intentando entender el porqué de nuestra repetitiva frustración; queriendo descifrar quien eras, pero sobre todo ello, amándote.

En cada una de tus correrías, entre tus mil vidas; en casi todas fui tu compañera, en otras fui testigo en primera fila de las batallas que debiste librar.

Por si decides escribir esta historia delirante que juntos vivimos. No importa si nadie cree lo que narres… Al fin y al cabo, es posible que todo esto jamás haya ocurrido…Quizás esas mil vidas las inventaste tú.  



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




 


martes, 20 de diciembre de 2022

ANUNCIACION DEL NACIMIENTO DE LA TORRE






Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)

 




El arquitecto alado descendió desdoblado, unísono y paralelo, hacia los dos lados de la gran cicatriz. Los cielos aún estaban oscuros y bajo ellos, vientos desordenados continuaban su caótico ir y venir.

Aquí las pruebas no tienen fin. Mucho antes de ser concebido, su carrera hubo empezado. Su alma depresiva continúa montada en aquella gallina gorda que de manera constante da giros sin ningún destino. Mientras, inútilmente la pelambrera del gato intenta abrigar sus helados pies desnudos.

Alexandra la loca lo dijo: “Si dejas que los depredadores huelan tus heridas, pues vendrán a devorarte”… Y hoy, esas bestias se regocijan mordisqueando sus carnes, aunque a él no le importe, pues la mariposa rosada sigue revoloteando entre sus cabellos… ¡Estúpido inmaculado!

- Voy volando hacia ti, depresión mía. Tenemos una cita ineludible con la posteridad.

Luego, el silencio… sólo el silencio… sólo silencio…


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)






jueves, 15 de diciembre de 2022

ALBOROTO ENTRE PÉTALOS DESHOJADOS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)


 




En la vera del camino a Edenlar, se erigía una solitaria y encantadora casita deshabitada, cuya posesión era ambicionada por cuanto caminante pasaba por el lugar.

La casa era pequeña pero espigada. Sus tejados, en tonos amarillos y ámbar, aspiraban a competir con el brillo del Sol. Cada resquicio de sus níveas y tersas paredes eran una tentación al palpo, mas nadie las podía tocar, una energía magnética los rechazaba violentamente. La casa tenía tres puertas visibles, tres puertas ofreciendo acogedora tibieza al visitante escogido, pero este, no llegaba. El tiempo transcurría… y el visitante no llegaba. Muchos peregrinos, procedentes de los cuatro puntos cardinales, llegaban hasta los umbrales trayendo consigo ofrendas, ilusiones y palabras mágicas, pero ninguna de las puertas se abría, nadie pudo saborear la tersura y tibieza de sus paredes.

Aquella mañana de Septiembre, el viento del Noroeste, trajo consigo a un empolvado andante de cabellos alborotados, hasta los portales de la hermosa casita. Sus pasos enérgicos se contradecían con la dulzura de su mirada, profunda y llena de tristeza. Como por encanto, las puertas se abrieron de par en par, en señal de bienvenida… ¡Él era el visitante escogido! Sólo él pudo acariciar las paredes de la casita e ingresar a su antojo, indistintamente, por las tres puertas, llenando con su esencia las entrañas de la hermosa casita que por tanto tiempo permaneció deshabitada.

Esta historia me la contó entre sueños, si mal no recuerdo, un señor de apellido Freud.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




sábado, 10 de diciembre de 2022

AYES DEL CADAVER PERSISTENTE



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)










De los labios de la niña que dormitaba a su lado, fluía una interminable serpentina violeta con la escritura de un nombre diferente.

Si la sombra del escuchar “me quiero ir” le infundía miedo… Ello era nada ante la angustia de un posible “ya no te quiero”.

Lo inminente es tirano al reclamar su instante, y unas lágrimas no pueden desviar su rumbo.

Cuando ella trepó al avioncito de papel y remontó por los cielos, en la oreja derecha llevaba una larva imaginaria que devoraría cualquier recuerdo del Aquí.

¿Cuántas monedas son el precio de un sueño quebrantado?

Revestido de ingenuidad, vulnerable en su soledad, torpe en sus arrebatos, crédulo a los cantares… Cuando perdona, él se perdona a sí mismo.

¿Qué sabes tú de este desdichado que, cuanto más dijeron amarlo, más debió cuidarse de no ser exhibido como momentáneo trofeo?

Dejémosle que deambule creyéndose aún el sonriente conejito marrón que es paseado en su ridículo cochecito chirigota.

 *-¡Mamáaaaaaaaa! ¿Es que vas a soltar mi mano? ¡Tengo frío y aquí todo está oscuro! ¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaa…! ¡No sueltes mi mano! ¡Te lo suplico!

...Claro. Tú no eres mi madre… sólo eres Ella…


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)





viernes, 9 de diciembre de 2022

RODARON LAS IDEAS DEL BAUTISTA


Ilustración y poema de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)








Guardianes descarados

Alardean con su voz.

El rebaño esgrime “haches”

Loas a su redentor.

Las lenguas lamerán,

El soberano eructará.

La diferencia es melodía…

¡Cierren puertas los de atrás!

¡Cierren puertas los de atrás!

 

Son cantos de sirena,

Son mentiras desde afuera.

Sólo huecos al vacío…

¡Cierren puertas los de atrás!

¡Cierren puertas los de atrás!

El pregón es la locura…

¡Cierren puertas los de atrás!

¡Cierren puertas los de atrás! 




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




domingo, 4 de diciembre de 2022

DANZA NIBELUNGA


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)






Aún tengo en mi paladar el sabor áspero de aquel platillo que nunca pudimos preparar, pues los ingredientes quedaban muy distantes, mas, si también es tu deseo, hoy bailaremos desnudos sobre la mesa que ya se cansó de esperar por el mantel largo que sólo serviría para restregar nuestros hociquitos. Quiero ponerme de pie y llevarte en brazos mientras canto a tu oído esa canción en sensual francés, que nos recuerda un futuro. Si desafino u olvido la letra ¿Tú querrás aplaudirme niña mía, o partirás el pastel de cumpleaños sin que hallemos nuestras extraviadas corduras?

Los sueños no tienen manos, y aún así son capaces de acariciar.



 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)






martes, 29 de noviembre de 2022

UN PARAGUAS NO DETIENE LA LLUVIA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)






“¡Mentira! ¡Maldita mentira!”…Como si la mentira fuese el pecado.
La mentira es la acción, el engaño es la intención.

…Si el propósito no es dañar ¿Dónde está lo condenable?

¡Mentira! ¡Bendita mentira!...Si con ella me inventé un mundo llevadero. Mi resiliencia y esta sonrisa indeleble que pinté sobre mi rostro las construí sobre su base. Aquí hubo una gran mentira, mas no hubo engaño. Yo me mentí y yo fui mi cómplice, pues me esforcé por creerla, pues deseaba sonreír, y ténganlo por seguro, me iré de aquí, sonriendo con mi auto mentira bajo el brazo.

…Si los verdugos vinieran en busca de mi madre, yo la ocultaría y les diría que ella no está, que se fue hacia el oeste. Dios ¿Me condenarías por mentir...?

“¡Mentira! ¡Maldita mentira!”…Como si la mentira fuese el pecado...




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)