sábado, 15 de abril de 2023

VICTIMARIO Y LA CARICIA DEL ICOR





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Reptaba, en todo el sentido de la palabra, reptaba. Su esencia totémica estaba apoderándose rápidamente de su integridad humana.

Desde hacía menos de un siglo, habíase sentado sobre aquel sofisticado sillón-sarcófago, con intención de mirar cómo pasaba la vida ante sus ojos. Acaso aprovecharía el ocio para realizar algunos trazos en el aire ¡Sí! ¡Hasta podría dibujarse un terapeuta que escuchara sus teorías sobre los Arcángeles alucinados enviados por los dioses patéticos venidos de allá!

Todo empezó cuando se le antojó comer ese banano que estaba alejado del alcance de su mano, y no reparó en que su pie derecho había decidido morir, independiente del resto de su cuerpo. Fue entonces que tropezó. -La ingravidez de los seres etéreos debe ser así de relajante-, sólo que ellos no estrellan sus omóplatos contra las paredes… tampoco caen como pesados fardos, al piso.

En ese momento su estructura y aspecto variaron dramática y espontáneamente, de humanoide a tortuga panza arriba. No tenía escamas, pero él se sabía muy hábil para pintar filigranas y podría dibujárselas. 

La visión interior era una aterradora espera y se movía en un único rango, monótono e imperativo: Si lograba voltearse, mutaría inevitable a lagarto. 

Cuando logró erguirse, tampoco recuperó totalmente su humanidad.

-¡Maldita pintura mental! Es indeleble; me jodí la piel ¡No debí pintarme esas escamas!

Con pasos tambaleantes logró llegar hasta su cama. Allí, entre sueños y abruptos despertares ansiosos, fue incubando la metamorfosis a su nueva esencia totémica. Olvidó su grácil andar, para tantear la temperatura del suelo con su pecho y vientre desnudos. La fría sangre de sus venas y arterias sólo generaba desaliento y apatía.

La Shamán, elevando el cráneo que servía de cáliz le dijo:

-¡Bebe de tu muerte! Debes morir para renacer libre de escamas…

Bebe, anciano…

Bebe, hombre…

Bebe, niño…

Bebe, feto…

Bebe, idea…

Bebe, sueño…

Bebe, inicio…

Bebe… Be…be…



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


ARTILUGIOS PARA OIR CANTAR AL BUHO






Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Voy a prepararte una sopa mágica; de esas que evocan el regazo de mamá. Sopa de queso y puerros para recuperar tu sonrisa de niño. Empápate los labios con los sabores de mi alquimia, que luego tendrás mis turgencias, para lamer y succionar tus otros apetitos a costa de mi devoción. ¡Tómame toda! ¡Invádeme! ¡Sométeme! Que en tu arremeter me apodero de ti… Si en este momento te preparara sopa de lagartijas, con placer la comerías…


¿Sabías que alguna vez el Sol y la Luna hicieron el amor, como acabamos de hacerlo tú y yo?


“Fue en el inicio de los tiempos cuando, tan memorable cópula ocurrió. Ambos, desobedeciendo a Dios, bajaron a la tierra. y sobre ella dieron rienda suelta a su pasión. Satisfechos sus deseos, el Sol quiso refrescarse en las aguas del mar; más este fue traicionero y el Sol se ahogó. La Luna lloró por siglos su desdicha, hasta que el Dios del firmamento, apiadándose de ella, le dijo: -Te devolveré a tu amado, pero cada atardecer volverá a morir. El día será para el trabajo y por las noches, mientras lloras tu diario duelo, tu luz alumbrará a los amantes. Ustedes enseñaron al humano a amar, ustedes se turnarán para iluminar sus dichas y desdichas”


Voy a prepararte más sopa mágica. Sopa de queso y puerros; más aunque fuera de lagartijas, igual, con placer la comerías, pues me amas y deseas mis turgencias para lamer y succionar tus otros apetitos…mi Sol.



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


sábado, 1 de abril de 2023

AFRODITA Y LOS JARDINES PARA EXTRAÑOS




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Siempre vienen a visitarme estas criaturas con cabeza de engranaje. Vienen trayendo sus propios paisajes y con prepotencia reemplazan los míos. Invaden mis realidades.

En este momento están aquí. Me han sumergido en lo que sería un sub-suelo cuyo techo es una especie de alfombra, sobre la que existe un mundo cubierto de maizales y pastizales.

Aquí debajo todo está en penumbras débilmente alteradas por esa lucecita que se cuela a través del único resquicio, justo sobre el espacio en que me hallo sentado.

Las criaturas no me hablan, pues carecen de bocas. Tampoco sé si me miran; no les veo órgano visual alguno. Sobre sus cuerpos de niño sólo hay esos discos metálicos con los bordes dentados. Vinieron y están aquí por mí. Los discos sobre sus cuellos siguen minuciosamente la dirección de todos mis movimientos, como si fueran antenas receptoras de mis signos vitales.

Deseo mirar hacia afuera, a través de la abertura. Intuyo que allá afuera el aire no está tan enrarecido como aquí dentro ¡Sí! ¡Echaré una ojeada!

La alfombra-piso cede ante la presión de mis manos, y ahora puedo ver al detalle el esplendor del exterior, con sus maizales, sus pastizales y sus ruidos. Es un mundo real, normal, coherente. Sólo la presencia de ella se manifiesta como un exabrupto; como una figura arbitrariamente pegada a una realidad a la que parece no pertenecer.

Su desnudez es deliciosamente inquietante. Cada centímetro de su piel es una incitación a las caricias. Va y viene con paso lento mostrando la gracilidad de sus piernas; bambolea sus nalgas, y sus labios no dejan de sonreír. Las criaturas con cabeza de engranaje están agazapadas tras de mí. Ahora su atención está fijada a los movimientos de ella.

El hada se sentó sobre un montículo, y como por arte de magia, aparecieron dos avecillas de madera impulsadas por unos motorcitos que emiten un débil ronroneo, mientras juguetean entre los cabellos de la ninfa.

Yo volteé para mirar la reacción de las criaturas con cabeza de engranaje, pero estas ya no estaban. Entonces volví mi mirada hacia el lugar donde yacía el hada, y esta también había desaparecido. La realidad alternativa en su totalidad, se había esfumado.

Mi realidad ha sido retomada. Mi sillón… yo, los barrotes… el letrero con la palabra "Manicomio" inscrita en el, y la nada como única compañía... hasta que las criaturas con cabeza de engranaje decidan retornar con un nuevo paisaje, a invadir con su prepotencia mis realidades.



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


ACEITES PARA LA VIGILIA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)


-Dime ¿Porqué permitiste que tu padre abriera tu cráneo y jugueteara con lo que tienes allí dentro? ¡Si sabes cómo es de distraído y olvidadizo! Ahora que desordenó tu cordura, serás parte de esa legión de errantes sin sosiego que vagan descalzos pisando las espinas del camino. O serás otro Ángel demente de los que reconocen su par etéreo entre los vericuetos de las cavernas del destino ¡Y todo por un tornillo mal puesto! O una tuerca olvidada…

*¡No es cierto, yo nací así! Hechicera por ti, y Ángel por ese orate divino que nos mira asustado desde su rincón, pensando que, quizás, la fantasía que me heredó pueda ser áspera.

-¿Y ahora dónde vas? ¿No sabes que los martes las niñas no deben usar botas, ni el color verde en los cabellos?

*Algo me dice que alguien que no conozco ni me conoce aguarda ansioso mi llegada, y no quiero ser impuntual. Ambos nos reconoceremos, pues llevaremos un periódico de pasado mañana en la diestra. Viviré una vida con él, y luego vendremos juntos para la cena. Guárdanos unos panes, pues hacer el amor siempre abre el apetito.

“Ella venía de Magdala, y él del otro lado del río. Ni bien se vieron, corrieron a abrazarse… Y fue entonces que hablaron la misma lengua”.



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


domingo, 26 de marzo de 2023

GNOMOS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)





El anciano alquimista permanecía sentado frente a la mesa mientras sus delicadas manos, similares a la patas de un pajarillo, acariciaban un solitario trozo de pan frío y duro. Su mirada, paulatinamente fue tornándose vacía. Era evidente que uno de esos estados de  inspiración repentina se estaba apoderando de él.  Ensimismado en su trance, elevó sus manos con el pan asido entre sus largas uñas, como si se tratara de una ceremonia de ofrendas. Seguidamente trozo a trozo fue llevándoselo a la boca, mas no lo tragaba; se limitaba a hacer un enorme bolo alimenticio que apenas le cabía en la boca.

Poco a poco fue extrayendo la masa que había masticado y ensalivado, y con minuciosa devoción la fue usando para moldear con ella la figura de un ángel bebé.

Concluida su obra, el anciano alquimista la estrechó contra su pecho y lloró de alegría. Una de sus lágrimas cayó sobre el ángel de pan, entonces este cobró vida, convirtiéndose en una hermosa niña alada. Esta abrió los ojos, desplegó sus alas; le regaló una sonrisa, y emprendió vuelo en busca de sus propios cielos.

El anciano alquimista se quedó sin pan y sin ángel. Sólo con su soledad y el recuerdo de que sus manos de pajarillo, alguna vez estrecharon algo divino.


 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


HOY NO ATIENDE MARAT


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)




Si es tu deseo, si eso se te antoja, puedes morirte ahora mismo, sin embargo, no olvides resurgir. Recuerda que necesito escucharte cantar; es preciso que me cuentes otra más de tus historias Cuentero. Ahora ve y pernocta más allá de este punto dimensional en que cohabitamos, pero al despertar el sol, nuevamente quiero oír tu voz.

…Y no te lo estoy pidiendo, no te otorgo libertades ¡No! Te ordeno brillar en la mañana. Comprende y haz lo que te digo, ya que te hablo desde el caprichoso decir. -“Si no hay amante a la hora de acostarte ¿Cómo has de despertar amando al amanecer?”-

Me acurrucaré a tu lado, seré tu amante onírica esta noche, y al abrir tus ojos, mi nombre será canción en tus labios ¡Buenas noches! Descansa, mientras aguardo tu renacer…Por favor…


 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)





lunes, 27 de febrero de 2023

SYBILA DEL PIE VARO


Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)






Tssschk…tssschk…tssschk… Era un sonido de origen neurológico que cada cierto tiempo, retumbaba dentro de su masa encefálica como heráldico aviso de que iba a entrar en un estado muy semejante al delirio, con alucinaciones que se mostraban tan reales que hasta parecían palpables.

La primera vez ocurrió cuando tenía trece años de edad. Estaba durmiendo en la habitación que compartía con su hermano mayor, cuando de pronto, empezaron los tssschk…tssschk…tssschk… que lo despertaron; o quizás no despertó, tal vez sólo era una realidad paralela incubada en su plano onírico. Abrió los ojos y notó en sus extremidades cierta resistencia a obedecer las órdenes de movimiento que su confundido cerebro les enviaba. Ensimismado en su lid por poner en actividad sus miembros volvió a cerrar los ojos para concentrarse y repotenciar su fuerza mental; era preciso gobernar sus facultades motrices, mas no dio resultado: sus brazos y piernas continuaron inmóviles haciendo caso omiso de su voluntad por imponerles obediencia. Inexplicablemente, no había desesperación ante la situación, incluso se volvía lúdica y entretenida aunque obsesiva esa búsqueda de conexión.

Sus pupilas debieron haberse dilatado al máximo, ya que pese a la oscuridad circundante, alcanzaba a distinguir cada elemento de la habitación. Su cuello y su cabeza no habían perdido movilidad, entonces, le resultaba más que sencillo girar hacia todos lados, haciendo un paneo visual del ambiente.

Podía ver su abdomen, y a los costados, sus brazos y manos; más allá diferenciaba en perspectiva sus rodillas y sus pies. Al frente estaba la cama donde reposaba su hermano arropado con la frazada que tenía estampada la imagen de un gran tigre de bengala. Al costado izquierdo lograba ver el enorme armario atiborrado de libros. A la derecha, la puerta de ingreso, y al costado, la ventana de vidrio con sus cortinas de tela que dejaban entrar tímidamente la luz de la calle.

Todo se mostraba tan real… Si hasta hubiera podido tocar cada objeto en caso de que sus miembros recuperaran la capacidad de moverse, pero toda tentativa por accionarlos resultaba inútil.

Fue esa percepción instintiva que suele avisarnos que estamos siendo observados la que lo indujo a levantar la vista hacia la cabecera de su cama ¡Y allí estaba! ¡Sí! Sobre la cabecera, en posición de cuclillas, ese horrible presencia demoníaca lo miraba fijamente a los ojos mientras se introducía el dedo índice derecho en una de sus fosas nasales. Todo su aspecto se asemejaba a una mezcla de buitre antropomorfo y murciélago burlón; sus fuertes patas, rematadas en poderosas garras, lo sostenían asido a la cabecera manteniéndolo firme, en tanto que agachaba su espantoso rostro para otearlo y olerlo, barriéndole el rostro con el tufo de su nauseabundo aliento. ¡Ahora sí que el pánico se había hecho presa del niño! Quiso gritar, pero su boca estaba impedida de articular sonido alguno. Pretendió mover sus brazos para golpear la cama y hacer ruido, con la intención de alertar a su hermano; intentó patalear con el mismo fin, pero ninguna porción de sus músculos y tendones correspondió a sus incitaciones. El infernal bicharraco permanecía mirándolo fijamente, deleitándose con el miedo extremo que le ocasionaba. Por momentos se acercaba más a su rostro, como para olfatear, exponiéndolo al vaho que despedía su exhalación ¿Cuánto tiempo duró esa desesperante tortura? …Es imposible de definir.

A continuación, vino el sosiego con la pérdida de la conciencia: esa muerte transitoria que ayuda a escapar de lo intolerable, la evasión hacia la negrura donde ya no hay miedos, la oquedad… la nada.

Al amanecer despertó sobresaltado por la angustia. Con agilidad, se sentó en la cama, y miró hacia la cabecera esperando hallar a la criatura, pero para su alivio, comprobó que ya no estaba. La habitación en su totalidad, estaba tal como la noche anterior, sólo faltaba el horrible visitante. Nunca contó a nadie la traumática vivencia, no lo creyó conveniente.

 Sin embargo, en los días subsiguientes, con calma fue conjeturando y buscando explicaciones a lo acontecido. No obstante, al no hallar nada razonable que respondiera al misterioso hecho, atribuyó lo ocurrido a visiones provocadas por algún desorden psicológico, producto de la ingesta de drogas que, desde hacía casi un año venía consumiendo de manera habitual. Así pues, le restó el peso espiritual que podría haberle acarreado la extraña experiencia, algo que dada su inculcada sensibilidad religiosa, obviamente le hubiera perturbado. Lo físico y mental, no le preocupaba mucho; tenía la idealizada convicción de que su cuerpo todo lo podía superar. -El bullente riego hormonal en los adolescentes, suele crear esa presunta infalibilidad-.

Muchas veces, a pesar de su acuciosidad, impropia para su edad, creía no entender nada. Había empezado a gestarse la idea de que todo lo que se mostraba ante sus sentidos como realidad, no se trataba más que de una farsa, un teatro inexistente que sólo estaba en su imaginación. -A lo mejor su familia: Padre, Madre y hermano, sólo se trataban de una mentira que su fantasiosa naturaleza había concebido como objetos en los cuales depositar su necesidad primigenia de amar, y de ese modo, tener un motivo para sufrir…-

...Se había empezado a gestar un demente.


 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)

DE MIS DEDOS VOLVIERON A BROTAR LAGRIMAS ROJAS

 


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)




Jaurías de sombras pasean incesantes a mi alrededor, sin siquiera ostentar títulos de fantasmas, simplemente están allí, allá, aquí  y acá. Están por doquier, interrumpiendo mi agridulce pero acogedora soledad, como si se regocijaran en atraer hacia mis recuerdos de esas visiones del pasado, esas que me enrostran el diseño sobre el que se edificó mi desorden genético que los hombres de sayo blanco establecieron que sería mi fiel compañera… la que ellos denominaron “MI ENFERMEDAD”.

-¡Fuera! ¡Largo de aquí! ¡Fueraaaaaaaaaaaa! ¡No me muestren ese baúl que no deseo ver! ¡No lleven mi mirada hacia esos atardeceres de tonos naranjas y rojos! ¡No quiero más de eso! ¡Noooooooooo!

Estoy solo, como lobo de fauces negras mordisqueando inútilmente el viento… ¡Pero estoy! Mas las jaurías de sombras que pasean incesantes a mi alrededor, persisten en alimentar al poeta maldito que teme otear su ayer, que no quiere tener ante sí más ocasos de tonos naranjas y rojos.

-¡Estoy solo, pero estoy aquí!

 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




viernes, 17 de febrero de 2023

REQUIEM DESDE ESTE LADO DE LA BOTELLA


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)




Cuando todo se mostraba oscuro; cuando mis dilatadas pupilas buscaban entre el desconcierto la presencia cálida de los amigos, estiré mis manos huérfanas hacia el vacío, esperando hallar quien rozara mis dedillos con esperanza. Las únicas respuestas fueron la gélida realidad que escarchaban mis ilusiones guardadas y el ácido...

-Será para otra oportunidad-

 ¡¡Bobos!!…Como si la vida permitiera bailar el mismo vals en dos ocasiones idénticas. Como si mañana pudiera volver a ser hoy a nuestro antojo… Como si el destino y el tiempo fueran a sentarse, aguardando a que se repita el día de tu onomástico número quince…

Cierro mi libro, este que contiene heridas, risas y llantos; emociones vividas a lo largo de toda una vida. Lo pongo contra mi pecho y voy en busca de quienes deseen degustar las golosinas luminosas que desde esta cajita mágica convido.

¡Hey tú! ¿Deseas probar mis caramelos envenenados con fantasía? ¿O lo dejamos para otra oportunidad…?


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




SÓLO LOS POETAS MUEREN MIL VECES

 


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)


El cielo se teñía de rojo con el desangre del Sol que asistía a su rutinario morir diario. Espeluznante momento para los espíritus depresivos. Estoy convencido de que no hay nada peor que enfrentarse a la muerte durante la hora del ocaso... mala hora para la agonía.

La doncella  irrumpió en la escena. Trastabilló cayendo sobre su rodilla derecha, con su pierna izquierda, extendida instintivamente evitó caer de bruces. Sus brazos estaban atados entre sí tras su espalda, dejando expuestos en su desnudez sus florecientes senos. La muchedumbre observaba con muda ansiedad a la bella mujer, cuya piel nívea -tan blanca como las impertinentes nubes que se infiltran rasgando los presagios macabros- La esplendorosa figura de la fémina de rostro angelical se mantenía imponente, pese a que su mirada vacía exteriorizaba la cercanía de la muerte.

Quien alardeaba de ungido sacerdote, en un estado análogo al trance, con los ojos en blanco, parecía buscar respuestas entre los nimbos celestiales. Sujetando con ambas manos el filoso puñal de pedernal, lo elevó como solicitando el beneplácito del Dios Sol. A continuación, con su brazo izquierdo rodeó el cuello de la doncella, y con su mano derecha descargó una certera puñalada en su pecho. Luego, con habilidad de cirujano, extrajo ágilmente, de entre los senos de la Doncella, el corazón aún latente.

La multitud miraba atentamente cada acción de aquella macabra parafernalia. El ungido volvió a elevar sus brazos, esta vez con el corazón de la doncella en sus manos. Consumada la ofrenda para el agonizante Sol, el gentío allí presente, abrió desmesuradamente sus ojos, a la vez que un barullo general violentaba el silencio del crepúsculo. Fue en el preciso instante en que el corazón extirpado empezó a convulsionar entre las manos del sacerdote, y como si los estertores del corazón extraído se extendieran a las entrañas del mundo, el suelo tembló, el Sol dio un fogonazo y se apagó …¿Acaso el Dios Sol desaprobaba aquel sacrificio?

El ungido entró en pánico, los brazos le temblaban. Exponiendo su miedo, dejó caer al piso el corazón aún latente. La multitud, atónita, estaba momentáneamente incapacitada para emitir exclamación alguna. Sólo había cabida para el asombro y el pánico. Ante el mutismo reinante, la Doncella sacrificada levantó la cabeza, abrió los ojos y se irguió sobre sus rodillas, a la vez que sus ataduras caían liberando sus brazos, entonces recogió su corazón y por la herida en su pecho lo devolvió a sus entrañas. Se puso de pie y levitó hacia los cielos, perdiéndose en la negrura de los cielos.

Nunca más hubo días soleados...La oscuridad se encargó de ir devorando la vida en el mundo hasta extinguirla...Después todo volvería a empezar con una nueva raza.



 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


viernes, 10 de febrero de 2023

LYRICS




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)




Todo era muy extraño, muy ajeno, muy “nunca visto”; pero estaba allí, ante mi atenta mirada, reclamando que le de licencia para existir, afanándose por parecerme cotidiano… por pertenecerme. Era una deliciosa invitación a la locura y, difícilmente, quien transita por el estrecho sendero que limita entre la fantasía y la demencia, podría negarse a participar de ella.

Decenas de seres paridos por alguna mente delirante, que los concibió graciosamente deformes, danzaban, se contorsionaban, o simplemente caminaban haciendo muecas, pero siempre manteniendo la cadencia que dictaba aquella invasiva fanfarria que copaba la demencial escena. Era una coreografía alucinante, extraordinaria, exacta y saturada de colores.

Al fondo, había unas esferas de brillantes de variadas tonalidades, suspendidas por cuerdas, oscilando en diversas direcciones, y era tal la precisión que jamás chocaban entre ellas. Sobre estas, estaban montados unos seres con patas de chivo, sin cabeza y con los ojos en el centro del tórax. Brincaban acompasadamente de una a otra esfera. Un par de hermosas piernas femeninas, cada una independiente de la otra, se paseaban por el escenario haciendo gráciles y provocativas cabriolas. Un huevo rosado con patitas de madera, saltaba a la soga que agitaban, de un lado una mujer con cabeza de árbol y pies rematados en rueditas, y del otro lado un pez con cabeza de buitre. Los personajes aparecían y desaparecían de la escena, dando paso a otros de apariencia tanto o más descabellada.

De improviso, todos desaparecieron; se hizo un silencio muy denso, pero desde el  lado izquierdo fueron reapareciendo uno a uno en extensa hilera, jalando en común esfuerzo, unas andas rodantes con una caja negra que al llegar al punto central del escenario, hicieron girar, dejando ante mí su contenido: Un ángel alado de piernas y brazos mutilados que pese a la ausencia de ojos, pues su cabeza era un ovoide con una boca, supe que lloraba, realmente lo percibía ya que toda ella era un monumento a la tristeza.

El ángel comenzó a cantar en una lengua incomprensible, sin embargo yo intuí que le cantaba al amor. Todos, tanto los deformes del escenario como yo mismo -el único de la platea-, la escuchamos más que extasiados. Cuando culminó su interpretación, me puse de pie y subí al escenario, conmovido y con lágrimas que me nublaban los ojos. Abriéndome paso entre la multitud de deformes, al llegar hasta ella, me arrodille ante el anda, le agradecí por estimularme a enjuagar mis ojos y me acerqué a abrazarla. Ella, en respuesta, lamió mis mejillas y bebió de mis lágrimas.

-Canté para ti y quiero volver a hacerlo. Te espero mañana en otro de tus sueños, loco divino- Fue lo que escuche de sus labios.




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


VENGO DE DONDE MI DEDO INDICA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Soy ese horripilante ser con cuerpo de botella de vidrio transparente que llegó hasta aquí en algún tiempo portando en mi interior un mensaje escrito para ti. Vine flotando a la deriva entre un mar de razones. Existo, vivo, y he devorado hasta el hartazgo cuantos pecados del mundo estuvieron a mi alcance. Quizás la experiencia sea el inicio de la sabiduría, y yo debo entregarte conocimientos profundos, no conceptos que apenas si rozan la piel.

Déjame contarte al oído como adquirí mi condición de humano.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




SOMBREROS PARA LA NOCHE



 Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)




Temo a la eterna, silenciosa y solitaria noche entre la que deambulo, pero aun así no detengo mi andar. Habito un mundo de barrotes que a duras penas si los distingo, mas percibo rejas y encierro por doquier. Creo que fueron destinados para detener mis pasos, y sin embargo no lo consiguen ya que soy como volátil humo, viajando con el viento de aquí para allá, aunque no más allá de esta bóveda oscura donde sólo hay cabida para mí y los demonios que debo enfrentar… mis propios demonios… Sí, ellos son de mi exclusiva propiedad, están dentro de mí; y aunque se empeñan en torturarme mostrándome cada minuto siguiente como insalvable, siempre me doy maña para caminar hacia nuevos instantes que se eternizan junto a mi imperecedera existencia.

Mientras dormía de pie, soñé con una lucecita, tenue, tibia, pero suficiente para que hoy, inicie mi solitario vuelo con una sonrisa…

¿Crees que por soñar lo que quizás no me corresponde soy un orate?


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


viernes, 3 de febrero de 2023

EXTRAÑO Y LEJANO COMO CARICIAS DE AYER

 


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

  (Derechos de autor, protegidos)



El noble león, aunque viejo y cansado, aún se mantiene en pie, pues sabe que su grácil y delicada hembra, cual fémina cariñosa y complaciente, aguarda por él, confiando en que por ella vendrá un guerrero y no un desgastado ejemplar de zoológico.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


VARADOS EN UNA PESADILLA

 


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

  (Derechos de autor, protegidos)



El filo de la hoja inicia su premeditado recorrido abriéndose paso entre el ruido de la muchedumbre y el espacio propiedad del viento. La piel no le detiene, el tejido pulmonar tampoco. Limpiamente, el frío metal se aloja en el mismo centro del corazón, susurrando que su mensaje es el último, que luego de ello no habrá más…

Un ¡OH!, y luego, el dictatorial silencio. El hombre empieza su lenta caída. Desde su cuerpo erguido hasta el suelo, hay una eternidad… Y sí, todos pueden ver al detalle cómo se desploma. Él es una leyenda y las leyendas caen lentamente, pues tras su caída arrastran todo un orden, una filosofía, un modo de interpretar y enfrentar la vida…Está cayendo un ejemplo a seguir.

Cuando su boca abierta, por fin mordió el polvo, miles de manos cubrieron millares de rostros pletóricos de estupor. Ya nada sería igual. Quien trajo el mensaje del fin, puede descansar y gozar la satisfacción de ver su obra cumplida.

“Nunca mates a quien hace la historia, si no eres capaz de continuar escribiéndola tú, o muchas almas quedarán gritando en el vacío”.


 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)