*-Mi Libro estuvo siempre abierto, y tú viniste desde muy
lejos a leerlo, hay hojas en blanco en él, debes escribir en ellas, mas lo
harás con la roja tinta de tu sangre.
-Señor mío, tengo frío, me asedia el dolor y el miedo me
invade.
*-El ángel níveo que te envié proveerá tu tibieza, adormecerá
tus penas y acompañará tus pasos mientras acaricia y estimula el crecimiento de
tus muñones.
-¿Me puedes regalar una sonrisa? No la quiero para mí, la
quiero para el ángel.
*-Dejé dos sonrisas eternas en tus alforjas, vayan juntos a
repartir mis golosinas, pues quienes las consuman también vendrán a escribir
sobre las hojas en blanco de mi libro.
-Me has devuelto el deleite Señor mío ¿Podré volar nuevamente?
*-Tendrás que hacerlo, ya que los quiero junto a mí ¿Notas
que aparecieron remeras en tus muñones? He creado la brisa y los vientos para
ustedes, ellos acarician sus rostros... Surquen los cielos tomados de las
manos, sólo así proyectarán una sombra única al amanecer. Cuando las luces se
extingan para dar paso al ángelus, crepúsculo en el que resonarán las campanas,
serán estrellas en mi firmamento.