jueves, 24 de noviembre de 2022

AL OTRO LADO DE LA RETINA



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)



Pasaron horas y tiempos desde la tarde en que él decidiera vivir al otro lado de tu espejo, con la intención de estar frente a ti cada vez que vinieras. Quizás no recuerdes la vez que te ofreció sus manos desde el otro lado del espejo y te propuso colocar las tuyas sobre las suyas. Él no lo dijo, mas tal ceremonial, era el sello de un pacto.

*-Es cierto. Él siempre está allí, pero no sé desde cuando… no lo recuerdo, quizás siempre estuvo al otro lado de mi espejo.-

¿Sabías que la memoria de los peces, apenas retiene recuerdos por dos o tres minutos? Por ello jamás se aburren. Cada tres minutos renuevan el conocimiento que tienen de su entorno. Es esta la razón por la cual, al momento de desovar, ocultan sus huevecillos. Se lo dicta el instinto de conservación de su especie, intentando salvaguardar a la prole de la acción de los depredadores. Los peces no recordaran donde dejaron sus huevecillos. Es más, ni siquiera recordaran si alguna vez los pusieron. El humano es lo opuesto. Él sí tiene consciencia del tiempo, y sabe que el suyo no es eterno, por eso reza plegarias e inventa Dioses.

*-Quizás en sueños soy un pez, pues al despertar no recuerdo sueño alguno.-

Anoche, ambos se atrevieron a cruzar el portal hacia este plano que permite lo que sólo está permitido a la sinrazón. Esta playa desierta, lamida por las oscuras aguas de un mar libidinoso y descarado, es el escenario de turno para la tormenta, bajo la cual ocurrió el encuentro.

*-Mira donde nos venimos a conocer; entre este lodazal y bajo esta tormenta. Ya nos encontramos, ya nos conocimos…Pero no recuerdo porqué, ni de donde vinimos. No sé dónde quedó la vida que estaba viviendo-

**-Tampoco yo tengo recuerdos… Excepto tú, todo esto me aterroriza. ¿A dónde ir si no sabemos de dónde venimos? –

El viento traía un rugido persistente, como persistente era la lluvia. El frío calaba sus huesos. Hubiera sido pleno hallarse en un contexto apropiado para prodigarse las caricias que por tanto tiempo habían guardado el uno para el otro, mas ahora, ambos parecían haber olvidado esas ansias. La única urgencia era esquivar el pánico…

Ella permanecía abrazada a sí misma, rodeándose casi por completo con sus brazos desnudos, y él, miraba atónito hacia la nada. Ambos titiritaban. El viento helado flagelaba sus cuerpos expuestos, empapados, y salpicados de lodo. Hubo miedo, frío y dolor en el alma. Estuvieron juntos, pero unidos por la nada, la desolación y la ausencia de recuerdos…

Por instinto fueron hembra y macho en medio de la confusión y el caos, más ni uno ni otro jamás lo recordó.

Lo último que vieron antes de separarse fue a aquella mujer de túnica blanca emergiendo de las oscuras aguas del mar, y del otro lado, un funeral. La muerte que precede al renacer… Y el espejo volvió a ser infranqueable…

“La pelotita debía ser lanzada con la mano izquierda contra la pared. De allí rebotaría al piso, y del piso retornaría a la mano que la lanzó. Un ciclo repetitivo, tedioso y estúpido ¿Pero servirá? Un anciano delirante alguna vez me aseguró que sí funciona para evitar tener memoria de pez.”



 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)









sábado, 19 de noviembre de 2022

Video NI DIBUJANTE NI DIBUJADOR



Video Monólogo (O. Mejía)





Monólogo sobre mis apreciaciones muy personales acerca de el porqué de la crisis de la historieta y las tiras cómicas en el Perú, así como las deficiencias tecno-académicas de los Artistas Gráficos, mezquinamente llamados Dibujantes o Dibujadores.






A VECES CREO QUE NI CREO



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)



Nadie sabrá que aquella noche caminamos por las paredes, el techo, y el tiempo. 

Cuando estés al otro lado de la herida, querrás traer a tu memoria la deliciosa tortura de recordarme invadiendo cuanto portal hallé en ti; tu sumisión reclamando mi sudor, y mi aroma a celo.

Un enjambre de mariposas manó de nuestras bocas, degustando nuestras esencias, taladrando la oscuridad del Yo animal. Semidioses revolcándose entre lujurias ancestrales que evocan un pasado en el que los humanos procreaban huevos. No importa si la realidad es cuadrada o una elipse de ciclo continuo, la testarudez nos impuso devorar lo sensato.

-Yo te acompañaré a retomar el devenir. Ahora habito en ti, y tú, rememoras al semental de barro humedecido con saliva, llanto y flujos de ambos.




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)






EL FIN DE LOS FINES




 

Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.

Cap. 18 del libro "Delirios del Lirio"

                    (Derechos de autor, protegidos)


*-¿Crees que te temo? He estado cara a cara contigo en muchas ocasiones de todas estas mil vidas que me tocaron vivir y nunca bajé mi mirada, siempre me planté ante ti desafiante. Fui león, fui druida, fui oso de peluche, fui soñador errante. Fui gato, fui consejero de reyes, fui fabricante de ilusiones y mundos fantásticos. Fui lobo vagabundo entre bestias y humanos, fui solitario por designio, fui un eterno enamorado del amor que apenas conocí por instantes. Fui titán, fui dragón de enormes patas caminando con delicadeza para no pisotear las margaritas de mi jardín. Fui pez nadando contra la corriente, fui guerrero luchador de batallas de antemano perdidas, pero nunca te temí… Sólo fuiste un trámite en mis mil vidas. Mil vidas viví, mil muertes morí bajo el filo de tu guadaña y mil veces renací para tu desconcierto. Por ello me odias, por ello me detestas, porque nunca dejé de sonreír ante tu presencia, porque siempre fui testarudo y me empeciné en volver a vivir… y no te tuve miedo. Ahora cometiste un error, pusiste tus garras sobre la ninfa que se me dio para amar; tomaste sus cabellos y cual si fuera un despojo arrastraste su delicado cuerpecillo por todo el desierto de la confusión. Te crees triunfadora, te regocijas en tu soberbia ufanándote de ser el fin de los fines. Te deleitas tejiendo la mortaja que destinaste para envolver sus restos. Esta contienda de vidas y muertes era sólo entre tú y yo, mas tu impotencia te ha llevado a ensañarte con ella ¿Para darme un escarmiento? ¿Para hacerme sentir que tienes el poder de segar lo que El Orden Universal siembra y alienta?...Pues cometiste un error. Tiembla Muerte, pues voy tras tus pasos ¡Ella no es para ti! Yo la perdí entre los vericuetos de mis mil vidas pero la busqué incesantemente y ahora que la hallé, no renunciaré a adorarla. Voy por ella y si insistes en cruzarte en nuestro camino, te juro que te haré sentir toda mi ira contenida en estas mil vidas que me tocaron vivir bajo tu acoso.-

El Titán descubrió completamente su cuerpo ya que la desnudez es muestra de pureza y sinceridad  y así se debe enfrentar a aquello que te depara el destino. Aunque pareciera contradictorio, por amor tenía una cita impostergable con la muerte y debía acudir puntual. Entonces inició su andar; el desierto de la confusión se mostraba interminable, hostil, áspero y reseco como la agonía ¿Pero qué puede disuadir a un luchador dispuesto a pelear por amor? Caminaba y caminaba en línea recta y aunque no veía su norte lo guiaba su instinto. Previamente había cosido sus parpados para así ignorar las distancias y evitar el desánimo. Su espalda iba ampollándose por la inclemencia abrasadora del sol. Su pecho y rostro sangraban a causa de la fricción de la arena que traían los vientos y golpeaban contra su humanidad, pero nada detenía su terco andar. Caía, respiraba profundamente, escupía la arena que se le introducía por la nariz y la boca, se erguía y seguía caminando, a ciegas, pero siempre en línea recta. Sólo detectaba la caída de la noche por la baja repentina de la temperatura. El frío gélido y penetrante hería su piel tanto como el calor del mediodía pero ¿Qué dolor o sufrimiento podría desalentar al guerrero que por amor se encaminó al encuentro de la mismísima muerte?

Cuántos días con sus respectivas noches llevaba caminando, no importaba. La noción de tiempo y espacio se había esfumado, al igual que el cansancio, hambre, sed, dolor y miedo. Nada importaba más que mantener el rumbo y llegar lo más antes posible a su destino.

Sumido en su ceguera voluntaria, el titán es avisado de la cercanía de la guarida de la muerte, pues el camino se había tornado pronunciadamente descendente y por los olores pestilentes que ahora viajan en el viento, la inercia hizo trastabillar al Titán, haciéndole perder el equilibrio y rodando cuesta abajo hasta que un golpe seco detuvo su caída.  Momento de descoser sus parpados. Luego de mucho tiempo de oscuridad, volver a ver la luz resulta saturante y enceguecedor, por lo que decidió sentarse a secar el líquido que brota de sus inflamados ojos. En ese estado es que escuchó una voz enérgica que le decía:

-¡Aquí sólo llegan cadáveres y tú no pareces serlo ¿Qué es lo que buscas?- La visión aún era borrosa y sin embargo podía ver al barquero que mientras le hablaba iba cargando cuerpos en su barca, no sin antes abrirles la boca y extraer las monedas que bajo la lengua  traía cada uno de ellos. Al aclararse su vista, el Titán se acercó al barquero, quien inmutable, continuaba su tarea de cargar  cadáveres a su barca-¿Acaso eres un alma que camina en pena? ¿Qué es lo que buscas aquí?

*-Busco a la niña que amo. La Muerte la trajo y he venido a arrebatársela.

-Eres un demente. Nadie puede quitar a la Muerte lo que  toma como propiedad.

*-¿Crees que vine hasta aquí para irme sin mí amada en brazos?

-Si tienes una moneda, te haré cruzar este charco pestilente y te llevaré a la morada de la Muerte, aunque te advierto que de allí no ha regresado nadie…

*-No poseo moneda alguna pero igual me llevarás al otro lado o empezaré a desatar mi ira contra ti, asqueroso carroñero.

Cruzaron las fangosas aguas esquivando los miles de cuerpos putrefactos que flotaban en ellas. Al llegar al otro lado no hubo despedidas. El barquero empezó a descargar su macabro flete y el Titán, en silencio, se encaminó a enfrentar a la Muerte.

El espectáculo era dantesco: cadáveres en estado de descomposición regados por doquier, cráneos y osamentas desparramadas a los pies de la gran Señora del fin de los fines. Ella era enorme; su tamaño y aspecto inspiraban pavor y el Titán no fue ajeno a la conmoción que infundía su magnificencia. A su alrededor aletearon vampíricas criaturas lanzando ensordecedores chillidos. Al estar frente a su mirada de cuencas vacías hizo retroceder al Titán un par de pasos. Un severo escalofrío recorrió su columna vertebral y algo muy cercano al pánico se apoderó de sus sentidos. Fue entonces cuando un haz de luz, proveniente de muy arriba, se abrió paso entre la oscuridad y la penumbra, posándose sobre la figura desnuda del gran hombre que por amor había llegado hasta allí para desafiar a la Muerte. El haz de luz dejó a la vista, sobre tules flotantes, el cuerpo de su amada ninfa en espera de que la dama de la guadaña sorbiera su esencia.

El Titán infló su pecho y lanzó un grito que retumbó por todo ese mundo subterráneo:

-¡Magdalenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!- E intentó llegar a ella, mas la Muerte interpuso su pantorrilla derecha haciéndole tropezar y caer de bruces con tal violencia que el Titán quedó inconsciente.

La niña, al oír el grito, como volviendo de un profundo letargo, fue abriendo sus ojos lentamente, entonces pudo intuir la acción venidera…

La muerte estiró su brazo, alzó amenazante su enorme puño y descargó tremendo golpe contra el cuerpo del atrevido Titán. Se disponía a rematar al Titán que yacía a su merced...

En ese momento, la ninfa irrumpió de un salto interponiéndose entre el puño de la muerte y el inerte cuerpo del Titán. Entre sus delicadas manitas traía un par de plumas blancas y dirigiéndose a la Muerte dijo:

-¡No lo toques! Él Debía llegar hasta aquí para recuperar su inmortalidad. Ni él ni yo somos para ti…Vinimos porque escrito estaba-

Seguidamente sin quitar su desafiante  mirada de la vista de la Muerte, con inusitada energía clavó profundamente una pluma en cada omóplato haciendo manar dos borbotones de sangre de la espalda del Titán. Lo tomó de ambos brazos, y así, arrastrándolo, se fueron alejando…  

-Viniste hasta aquí por mí y estás a un paso de recuperar tus alas…-

La Muerte aun transita las tinieblas rumiando la desdicha de su fracaso.




 (Pieza única. Año 2013. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)



miércoles, 16 de noviembre de 2022

LUZ DE AURA





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



- ¡Él sólo es portador del mensaje que se le encomendó entregar!

Porque no entienden su verso; porque habla en una lengua extraña; porque en su frente lleva el estigma de los diferentes ¿Creen que merece que le tapien la boca con piedras y lodo?

Bajé de la casa del árbol y vine por él. No permitiré que toquen ni sellen sus labios, y quien ose lastimar sus sueños, sabrá que también aprendí a morder…

Fue entonces, que la gitana pronunció ante el viento:

**-No importa quién abrió los sellos de tus puertas; no interesa cuántos alados traspasaron ese umbral; está en ti apagar con un soplo el Sol, y en complicidad con la luz de la Luna, velar sus fantasías mientras él acaricia tus cabellos, mientras él se deleita con tu piel, “Ángel del después”.



(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


martes, 15 de noviembre de 2022

A VUELTA DE PÁGINA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



-No he caído ángel mío, sólo he tropezado. No estoy abatido, sólo estoy dubitativo.

Déjame soñar un instante con la nieve que, confundida con la palidez de tus manos, acercas a mi boca para humedecer mis resecos labios.

Déjame soñar un instante con tu canto, danzando, rodeada de nuestros cinco vástagos celestes, mientras hago sonreír la guitarra para ti.

**-¿Acaso caíste, lobo mensajero?

-No he caído ángel mío, sólo estoy tomando impulso. No estoy abatido, sólo me detuve a pensar en ti.

Déjame soñar un instante con la construcción de la alta torre que ladrillo tras ladrillo, nos prometimos edificar tomados de la mano.

Déjame soñar un instante con esa gran batalla que empezamos a librar y que nos prometimos vencer como una sola piel.

**-¿Acaso caíste, lobo mensajero?

-¡Noooooooooooooo! ¡No he caído! ¡No he caído!

**-¿Y por qué corres en sueños hacia donde lo tuyo no sirve? ¿Por qué te resistes a ser olvidado?

-Por favor…No he caído…No he caído…

**-¡Entonces deja de gimotear y ponte de pie! Quiero escucharte aullar sin desafinar ¿O es que la oscuridad con sus demonios ha regresado para atemorizarte nuevamente?

-¡No he caído! ¡No he caído!

**-Entonces date cuenta que sólo deliras; aquí no hay ningún ángel, mi soplo se llevó tu ilusión hacia otras heridas.

-Pues cantaré para ti, Pavor, y lo haré sin desafinar…

¡No he caído! ¡No he caído!

Déjame soñar un instante con mi próximo viaje. Si vuelvo abrazaré a mis amigos. Si no hay retorno, abrazaré mi paz…al fin…

**-Quien prometió aguardar tu llegada al final del túnel, jamás fue ángel. Tú le forzaste a usar alas, más ¿Viste? Nunca pudo despegar del suelo.

¡Camina hacia adelante, mensajero! El perro es el único animal que regresa a tragar su vomito… ¡Tú eres lobo! Te corresponde tragar tiempos y espacios nuevos.


 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


lunes, 14 de noviembre de 2022

VICTIMARIO Y LA CARICIA DEL ICOR





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Reptaba, en todo el sentido de la palabra, reptaba. Su esencia totémica estaba apoderándose rápidamente de su integridad humana.

Desde hacía menos de un siglo, habíase sentado sobre aquel sofisticado sillón-sarcófago, con intención de mirar cómo pasaba la vida ante sus ojos. Acaso aprovecharía el ocio para realizar algunos trazos en el aire ¡Sí! ¡Hasta podría dibujarse un terapeuta que escuchara sus teorías sobre los Arcángeles alucinados enviados por los dioses patéticos venidos de allá!

Todo empezó cuando se le antojó comer ese banano que estaba alejado del alcance de su mano, y no reparó en que su pie derecho había decidido morir, independiente del resto de su cuerpo. Fue entonces que tropezó. -La ingravidez de los seres etéreos debe ser así de relajante-, sólo que ellos no estrellan sus omóplatos contra las paredes… tampoco caen como pesados fardos, al piso.

En ese momento su estructura y aspecto variaron dramática y espontáneamente, de humanoide a tortuga panza arriba. No tenía escamas, pero él se sabía muy hábil para pintar filigranas y podría dibujárselas. 

La visión interior era una aterradora espera y se movía en un único rango, monótono e imperativo: Si lograba voltearse, mutaría inevitable a lagarto. 

Cuando logró erguirse, tampoco recuperó totalmente su humanidad.

-¡Maldita pintura mental! Es indeleble; me jodí la piel ¡No debí pintarme esas escamas!

Con pasos tambaleantes logró llegar hasta su cama. Allí, entre sueños y abruptos despertares ansiosos, fue incubando la metamorfosis a su nueva esencia totémica. Olvidó su grácil andar, para tantear la temperatura del suelo con su pecho y vientre desnudos. La fría sangre de sus venas y arterias sólo generaba desaliento y apatía.

La Shamán, elevando el cráneo que servía de cáliz le dijo:

-¡Bebe de tu muerte! Debes morir para renacer libre de escamas…

Bebe, anciano…

Bebe, hombre…

Bebe, niño…

Bebe, feto…

Bebe, idea…

Bebe, sueño…

Bebe, inicio…

Bebe… Be…be…



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


domingo, 13 de noviembre de 2022

ARTILUGIOS PARA OIR CANTAR AL BUHO






Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Voy a prepararte una sopa mágica; de esas que evocan el regazo de mamá. Sopa de queso y puerros para recuperar tu sonrisa de niño. Empápate los labios con los sabores de mi alquimia, que luego tendrás mis turgencias, para lamer y succionar tus otros apetitos a costa de mi devoción. ¡Tómame toda! ¡Invádeme! ¡Sométeme! Que en tu arremeter me apodero de ti… Si en este momento te preparara sopa de lagartijas, con placer la comerías…


¿Sabías que alguna vez el Sol y la Luna hicieron el amor, como acabamos de hacerlo tú y yo?


“Fue en el inicio de los tiempos cuando, tan memorable cópula ocurrió. Ambos, desobedeciendo a Dios, bajaron a la tierra. y sobre ella dieron rienda suelta a su pasión. Satisfechos sus deseos, el Sol quiso refrescarse en las aguas del mar; más este fue traicionero y el Sol se ahogó. La Luna lloró por siglos su desdicha, hasta que el Dios del firmamento, apiadándose de ella, le dijo: -Te devolveré a tu amado, pero cada atardecer volverá a morir. El día será para el trabajo y por las noches, mientras lloras tu diario duelo, tu luz alumbrará a los amantes. Ustedes enseñaron al humano a amar, ustedes se turnarán para iluminar sus dichas y desdichas”


Voy a prepararte más sopa mágica. Sopa de queso y puerros; más aunque fuera de lagartijas, igual, con placer la comerías, pues me amas y deseas mis turgencias para lamer y succionar tus otros apetitos…mi Sol.



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


sábado, 12 de noviembre de 2022

AFRODITA Y LOS JARDINES PARA EXTRAÑOS




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Siempre vienen a visitarme estas criaturas con cabeza de engranaje. Vienen trayendo sus propios paisajes y con prepotencia reemplazan los míos. Invaden mis realidades.

En este momento están aquí. Me han sumergido en lo que sería un sub-suelo cuyo techo es una especie de alfombra, sobre la que existe un mundo cubierto de maizales y pastizales.

Aquí debajo todo está en penumbras débilmente alteradas por esa lucecita que se cuela a través del único resquicio, justo sobre el espacio en que me hallo sentado.

Las criaturas no me hablan, pues carecen de bocas. Tampoco sé si me miran; no les veo órgano visual alguno. Sobre sus cuerpos de niño sólo hay esos discos metálicos con los bordes dentados. Vinieron y están aquí por mí. Los discos sobre sus cuellos siguen minuciosamente la dirección de todos mis movimientos, como si fueran antenas receptoras de mis signos vitales.

Deseo mirar hacia afuera, a través de la abertura. Intuyo que allá afuera el aire no está tan enrarecido como aquí dentro ¡Sí! ¡Echaré una ojeada!

La alfombra-piso cede ante la presión de mis manos, y ahora puedo ver al detalle el esplendor del exterior, con sus maizales, sus pastizales y sus ruidos. Es un mundo real, normal, coherente. Sólo la presencia de ella se manifiesta como un exabrupto; como una figura arbitrariamente pegada a una realidad a la que parece no pertenecer.

Su desnudez es deliciosamente inquietante. Cada centímetro de su piel es una incitación a las caricias. Va y viene con paso lento mostrando la gracilidad de sus piernas; bambolea sus nalgas, y sus labios no dejan de sonreír. Las criaturas con cabeza de engranaje están agazapadas tras de mí. Ahora su atención está fijada a los movimientos de ella.

El hada se sentó sobre un montículo, y como por arte de magia, aparecieron dos avecillas de madera impulsadas por unos motorcitos que emiten un débil ronroneo, mientras juguetean entre los cabellos de la ninfa.

Yo volteé para mirar la reacción de las criaturas con cabeza de engranaje, pero estas ya no estaban. Entonces volví mi mirada hacia el lugar donde yacía el hada, y esta también había desaparecido. La realidad alternativa en su totalidad, se había esfumado.

Mi realidad ha sido retomada. Mi sillón… yo, los barrotes… el letrero con la palabra "Manicomio" inscrita en el, y la nada como única compañía... hasta que las criaturas con cabeza de engranaje decidan retornar con un nuevo paisaje, a invadir con su prepotencia mis realidades.



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


viernes, 11 de noviembre de 2022

ACEITES PARA LA VIGILIA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)


-Dime ¿Porqué permitiste que tu padre abriera tu cráneo y jugueteara con lo que tienes allí dentro? ¡Si sabes cómo es de distraído y olvidadizo! Ahora que desordenó tu cordura, serás parte de esa legión de errantes sin sosiego que vagan descalzos pisando las espinas del camino. O serás otro Ángel demente de los que reconocen su par etéreo entre los vericuetos de las cavernas del destino ¡Y todo por un tornillo mal puesto! O una tuerca olvidada…

*¡No es cierto, yo nací así! Hechicera por ti, y Ángel por ese orate divino que nos mira asustado desde su rincón, pensando que, quizás, la fantasía que me heredó pueda ser áspera.

-¿Y ahora dónde vas? ¿No sabes que los martes las niñas no deben usar botas, ni el color verde en los cabellos?

*Algo me dice que alguien que no conozco ni me conoce aguarda ansioso mi llegada, y no quiero ser impuntual. Ambos nos reconoceremos, pues llevaremos un periódico de pasado mañana en la diestra. Viviré una vida con él, y luego vendremos juntos para la cena. Guárdanos unos panes, pues hacer el amor siempre abre el apetito.

“Ella venía de Magdala, y él del otro lado del río. Ni bien se vieron, corrieron a abrazarse… Y fue entonces que hablaron la misma lengua”.



 (Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


miércoles, 9 de noviembre de 2022

IDEA PARA UN BRINDIS


Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía 
(Derechos de autor protegidos)






¿Pretendes arrebatarme la luz?

¿Pretendes sembrar en mí el temor a tropezar con mi propia cola?

No me pidas que sea sensato para atraer afectos.

Déjame seguir siendo el licántropo incapacitado para mirar hacia atrás.

Sólo aspiro a ser el animal de siempre. No quiero ser un simpático santo.

Déjame abandonar este estado de neurosis y temores.

No me pidas que sea coherente… no deseo convivir con mis herencias.

No siempre dos manos son suficientes para escribir una historia, pero sí es cierto que una basta para borrarla.

Quiero continuar siendo el lobo que deambula rebuscando la nada.

No estoy dispuesto a seguir cargando culpas ajenas sumadas a las mías.

Déjame devorar mis caramelos envenenados.

No me pidas que sea coherente… no deseo convivir con mis herencias.

No siempre que se apuñala a un ángel se mata su aletear. Hay veces que su magia vuelve bajo una tupida pelambrera gris.


                                         



 (Pieza única. Año 1988. Medidas: 80 X 52 cms. Precio $.600 dólares americanos)

HYRA


Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía 

(Derechos de autor, Protegidos)




La horda venía del sur. Cual enjambre, cada vez eran más y no paraban de correr, siempre mirando hacia adelante. Únicamente voltearon para ver el nacimiento de su Reina, la voluptuosa madre dadora de vida, luego no pararon de correr. Miles de machos sementales copulaban sin cesar por cuanto orificio tenía la Reina… siempre a la carrera…

Ella, insaciable, acogía a todos. Quienes eyaculaban, caían rendidos y eran pisoteados y devorados por quienes venían detrás. Al igual que las piernas en trote, el festín de sexo nunca se detenía. Sólo la Reina ponía los huevos que posteriormente, serían más miembros para la horda. A la sazón había que mantener su fertilidad latente… siempre a la carrera…

Miles de manos escamosas llenas de polvo, mugre, sangre y babas, contribuían a excitar a la dadora de vida manoseando cada centímetro, cada pliegue de su piel... siempre a la carrera…

De los millones de huevos que de la Reina brotaban, muchos eran pisoteados y devorados por la horda. Los que lograban salir ilesos eran rápidamente acogidos y abrigados por obreros eunucos cuales madres sustitutas que, con el calor de sus cochambrosos cuerpos, los ayudaban a eclosionar…y la carrera de la horda continuaba. Copulando, dando vida, tragando restos, empollando huevos y siempre corriendo. Todo era una constante, solamente variaba el volumen de la horda, cada vez más numerosa, y las piernas de la Reina. La carrera había desgastado sus pies y ahora sus extremidades inferiores terminaban en los tobillos. A cada paso, la fricción limaba músculos y huesos. El olor de la sangre estimulaba a los machos sementales, aumentando el frenesí. Cada paso era una tortura para la Reina, mas su avidez de sexo no decaía. Las pantorrillas habían desaparecido y la dadora de vida corría sobre los muñones de sus muslos sangrantes, pero no cesaba de copular y producir huevos… siempre a la carrera…

Cuando ya no quedó resquicio de piernas, la Reina cayo de bruces, más la inercia que imprimía la carrera de la horda, continuó arrastrándola por varios kilómetros. Cuando por fin se detuvieron, la otrora dadora de vida apenas si era una masa sanguinolenta, y sin embargo, los machos sementales continuaban copulando los restos que de ella quedaban. Sólo detuvieron su macabra orgía cuando los obreros eunucos mostraron a la recién nacida, sucesora de la Reina. Entonces se reanudó la carrera, la cópula insaciable, la producción de huevos y la tragazón de restos… siempre a la carrera…



(Pieza única. Año 1988. Medidas: 80 X 40 cms. Precio $.600 dólares americanos)