El
apoderarse de las mentes de los Normales era vital para estos Dioses patéticos,
pues intuían que los necesitarían como serviles aliados para imponerse a sus
rivales en caso de que peligrara su preponderancia; además de que su
mediocridad les exigía ser adorados por el producto de su “creación”, o si
hablamos con propiedad, su manipulación. Ambos bandos coincidieron en la misma
opción: Aparecer ante los Comunes como portadores de deslumbrantes poderes
divinos y portentos hechos que se grabarían en las mentes de esta raza como si
fueran milagros. Así bajaron de las nubes, presentándose como Dioses
benefactores, confundiendo esas inteligencias emergentes, que se creyeron el
haber visto seres etéreos provistos de alas, descendiendo de los cielos para
protegerlos y regalarles la promesa de una vida eterna, al lado de ellos en su
Reino celestial; todo a cambio de que les rindieran culto y les obedecieran de
manera incondicional.
Durante
miles de años, las culturas evolucionaron, progresaron y decayeron, viendo en
muchas ocasiones las naves de los Dioses surcando sus cielos, siempre buscando
identificar entre los Normales a los que poseyeran entre sus venas sangre de Titanes
para engrandecerlos y dotarles con el entendimiento excelso y con una capacidad
evolutiva destinada sólo para los herederos de su dizque divinidad. Ellos
serían los forjadores del progreso de esta indetenible carrera
científico-intelectual cuya meta pareciera ser, en un futuro, el llevar a la
semilla que vino de los confines del universo, de retorno hacia los mismos
cielos que alguna vez fue obligada a abandonar, aun cuando sus promotores,
quizás no lo tuvieran planeado como objetivo.
Fueron
estos Escogidos los que oyeron sus voces directamente; fueron ellos los
primeros en ser adiestrados en el uso del fuego; fueron ellos los instruidos
para la construcción de magnas edificaciones. Fueron ellos los iniciados en la
observación de los astros que pululan los cielos. Fueron estos titanes, los
primeros señores de la guerra, encargados de imponer la “verdad divina” a
través de la fuerza, entre sus congéneres que osaban creer una verdad
diferente.
Paulatinamente
Dioses y Demonios fueron exacerbando sus mutuos odios y rencores, inculcando
los mismos en las mentes de los Titanes y los Normales. A la vez que les
proporcionaban conocimientos técnicos para su desarrollo, también los inducían
al temor y rechazo hacia los Dioses contrarios, o Demonios.
Esta
competencia “divina” desencadenó en una carrera de abducciones e interrelación continua
entre Dioses e iluminados. Lo que se habían propuesto estos pseudo Dioses era
ir activando de manera gradual, inteligencias múltiples entre sus Escogidos,
hasta convertirlos en verdaderas antenas receptoras de mensajes e información
cósmica que desde el inicio de los tiempos, siempre estuvo sobre sus cabezas,
pero que por sus incipientes inteligencias, les era imposible recepcionar, más, poco a poco fueron desarrollando estas
capacidades. Entonces no resultaba raro
que uno de estos Iluminados, despertara a la mañana siguiente henchido de la
convicción y los argumentos para emprender una magna construcción sin
precedentes, sin siquiera haber tenido una prueba practica de factibilidad del
proyecto, y sin embargo los resultados eran satisfactorios. Estos fueron los
llamados Arq-Ángeles, o Ángeles arquitectos. Muchos líderes guerreros
emprendían campañas bélicas con pronósticos lógicos de fracaso, y sólo
esgrimiendo que lo hacían por “orden divino” lograban condiciones favorables y
por ende el éxito. Estos serían los grandes Reyes que se decían ser los de “origen
divino”. Resultaba común que de pronto, un Iluminado, con sólo mirar a los
cielos, fuera receptor de información astronómica y astrológica. Estos serían
los sacerdotes adoradores y portadores de la palabra de los Dioses.
Por
doquier, sobre la vasta faz de este mundo, los Normales veían con frecuencia la
realización de proezas inimaginables por parte de los iluminados, que a la
sazón serían reconocidos como Ángeles Mensajeros, siempre al amparo de uno u
otro bando de los Dioses.
Lo que en
un principio fue una lucha divina de poderes por apoderarse de las mentes de
los Comunes, fue tornándose un conflicto cuyo detonador eran los celos por
lograr preponderancia de adoración y culto. Entonces ocurrió lo predecible en
estos casos… El enfrentamiento directo de Dioses contra Dioses. La
conflagración divina que terminaría arrastrando e involucrando a los Titanes y Normales
en una sangrienta disputa que poco o nada debía incumbirles.
Era
inevitable. Tenía que ocurrir. Cada bando de Dioses había logrado imponerse como
divinidades absolutas de determinados grupos de esta nueva especie, no quedando
sobre estos suelos, grupo de Normales, libre de la influencia de uno u otro
bando de Dioses. Entonces se dio la lucha por arrebatarse entre ellos los
adeptos ya conquistados…
No
tardaría mucho tiempo para que ambos bandos de Dioses se vieran frente a frente,
en su afán por dirimir quienes debían erigirse como los Dioses absolutos de
este mundo.
Los Titanes
y Los Normales fueron inducidos a cruentas batallas disfrazadas de guerras
santas. Combatían raza contra raza, cultura contra cultura, creencias contra
creencias; cada contrincante, fortalecido, repotenciado y armado por sus Dioses
protectores. A la par, también los Dioses participaban en estas lides
valiéndose de armas y artificios, productos de su adelantada tecnología y su
estimulo de odio hacia sus rivales.
Es todo
rincón del mundo, ejércitos de Normales eran diezmados y quienes quedaban
heridos o mutilados eran rápidamente atendidos y recuperados por Iluminados
adiestrados en las artes de la medicina, que gracias a las enseñanzas de sus
Dioses protectores, estaban altamente preparados para reparar casi cualquier
daño en los tejidos de sus congéneres.
Sucedió
entre estas batallas y enfrentamientos divinos, que del par de Dioses que
desterrara Teo del paradisiaco refugio inicial, uno resultara gravemente herido
y el otro muerto. Entre el bando vencedor, también perdió la vida la hembra que
acompañaba a Teo. El mismo Teo, quien se adjudicó el título de vencedor…
también había resultado herido; más a pesar de su estado debió reponerse. Era
imperativo ocultar a cuanto Normal hubiera sobre el planeta los decesos
divinos, así como la complicada situación de la salud del Dios herido. Entre
los Normales, nadie debía enterarse que quienes ellos creyeron Dioses eran
sensibles a ser heridos, y por ende…mortales.
El
mantener esta patraña lejos del conocimiento de los Normales, no sería posible
sin la complicidad de otros protagonistas…
Cuánta fantasía tras la que se puede ver ese fondo de realidad, de presentarse como dioses benefactores para someter a los pueblos con terribles guerras. No, los dioses no eran tales.
ResponderEliminarUn saludo, Oswaldo.
Encantado de que estés aquí amiga mía. Gracias por venir y obsequiarme tu comentario.
EliminarEs extraordinario 😍
ResponderEliminarQue bueno que te agradó. Ojalá te animes a leer el resto de capítulos.
EliminarTratare de leer este cuento. Se nota que es unteresante
ResponderEliminarPara cuando puedas y desees, aquí te estaremos esperando...
EliminarReymon-Tu blog gótico de arte oscuro es un fascinante viaje a las sombras. Cada pieza entrelaza intrincadamente oscuridad y belleza, creando un tapiz inquietantemente hermoso. Tu capacidad para evocar emociones y contar historias a través de tu arte es realmente encomiable. Esperamos creaciones más cautivadoras que trasciendan lo ordinario y abracen lo misterioso.
ResponderEliminarGracias hermano mío. Un placer compartir mi arte.
Eliminar